Cultura
Ana Castro: «El dolor arrasa cuanto toca, pero deja un huequito para que más allá veamos la belleza»
La poeta cordobesa publica 'Rojo Dolor', una antología de escritoras que han plasmado su propio sufrimiento
Tras volcar en ‘El cuadro del dolor’ su propia experiencia, Ana Castro (Pozoblanco, 1990) ha reunido la obra de autoras que hicieron de su padecer poesía.
¿Cómo se lleva el dolor propio a la poesía, para que parezca expresión literaria, además de testimonio?
Buscando la manera de convertir el dolor en luz , en belleza. El dolor propio es el peor enemigo de cualquiera. Entra sin ser llamado y arrasa todo cuanto toca, pero deja un pequeño huequito en nosotros para ver que más allá de él podemos ver la belleza, y una vez que ves la belleza a través del dolor, la poesía no cura, pero salva un poco.
¿Es un analgésico, entonces?
No es un analgésico, pero consuela.
¿Dónde se encuentra la belleza en el dolor?
En la comunión con las otras. La belleza, el consuelo, los encontramos al nombrarnos colectivamente, al ver que el dolor es nuestro , de todas.
Dijo Fernando Pessoa: «El poeta es un fingidor / finge tan completamente / que hasta finge que es dolor / el mismo dolor que siente». ¿De qué manera se puede aplicar ese poema a las autoras presentes?
De ninguna manera. El dolor del que hablan todas las autoras que he recopilado en el libro y yo misma en ‘El cuadro del dolor’ es un dolor propio . Del tipo que sea, pero es un dolor propio, y al ser propio es una muestra del dolor colectivo, que es lo importante. El dolor, al nombrarlo públicamente, adquiere un carácter colectivo y por tanto se convierte en un objeto reivindicativo , en una reivindicación política, en tratar de que se escuche la voz acallada de todas aquellas que han tenido dolor y no han sido ni son escuchadas por el sistema. Por eso el libro dice claramente ser un libro político y feminista , porque reivindica la voz y va dedicado a todas aquellas que han sufrido dolor, lo sufren y lo sufrirán.
«La belleza, el consuelo, los encontramos al nombrarnos colectivamente, al ver que el dolor es de todas»
¿Qué echan en falta que la sociedad no da a quien padece dolor?
Todo. Todo. La sociedad no da voz, no da compasión , no da medios, no da vías alternativas . La sociedad no da nada. Sólo acalla y silencia, y hace como si no existiesen las personas con dolor, o hace que el dolor se torne una forma de vergüenza , que es peor aún, porque se vuelve contra una, como si fuera algo que una tuviera que ocultar, cuando no hay culpa en el dolor. El dolor aparece, pero la responsabilidad de curar el dolor es del sistema, de los profesionales sanitarios.
¿Por qué cree que no está bien visto hablar del dolor?
Se silencia. La sociedad vuelve la vista hacia otro lado y el sistema no escucha que haya personas que tienen dolor. Las tacha de locas . Hay cuatro millones de personas que tienen dolor en España, y de ellos el 70 % son mujeres. La mayoría son tratadas por hombres médicos que no cuentan con formación alguna sobre dolor. La mayor parte de las veces mandan antidepresivos o ansiolíticos sin creer en su dolor.
«La sociedad vuelve la vista hacia otro lado y el sistema no escucha que haya personas que tiene dolor»
¿Ha comprobado la capacidad de la literatura para sentir como próximo el dolor de quienes lo padecen?
Lo más gratificante de publicar mi primer libro fueron los mensajes que recibí de mujeres diciendo cuán identificadas se sentían con mi libro, con lo que relataba en él y cuánto les consalaba al sentirse menos solas.
Entre las autoras presentes en su libro está Juana Castro. ¿Quién más?
Juana Castro es mi gran maestra en la poesía y en la vida y por supuesto tenía que estar presente, porque fue la primera que me enseñó que lo que no se nombra no existe. Sin esa primera chispa que Juana me dejó casi como un mandamiento, no hubiera existido ‘El cuadro del dolor’, mi primer libro, ni tampoco ‘Rojo dolor’. Están de Rosalía de Castro a Marina Carretero Gómez, que es la última, nacida en 1985.
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