APUNTES AL MARGEN

Los castillos en el aire

El aeropuerto está acabado pero tantos años después no existe ni siquiera el intento de pensar a qué se puede dedicar

Un avión despega del aeropuerto de Córdoba VALERIO MERINO

RAFAEL RUIZ

El próximo uno de febrero, si todo sale como está anunciado, el aeropuerto de Córdoba estrenará la totalidad de la pista de despegue y aterrizaje creada tras una inversión que supera los 80 millones de euros. La demora de la puesta en servicio de la infraestructura es notoria toda vez que las actuaciones se planificaron hace doce años, comenzaron hace diez y se terminaron en 2009. Desde entonces hasta ahora, la pista no se ha podido usar en toda su amplitud por una obra colateral pero determinante. En una de las cabeceras, existía el trazado de una línea de alta tensión cuyo soterramiento no estaba previsto en el proyecto inicial. El toma y daca entre Fomento y Endesa , que llegó a abandonar las obras por desacuerdos en el presupuesto, es lo que ha generado este agujero temporal en el que las avionetas que usan las instalaciones han seguido usando la antigua zona de 1.300 metros de longitud frente a los más de dos kilómetros con los que se diseñó la ampliación que es lo ahora entra en servicio.

El aeródromo tendrá, al parecer, todos los elementos tecnológicos que dilucidaron aquella actuación que, muy probablemente, hoy no se llevaría a cabo. Se ha instalado el sistema de ayuda a los pilotos conocido como Afis, se han mejorado determinadas zonas de campo de vuelos y ya se disponen de los manuales operativos para el uso seguro de las instalaciones. Por el camino, se han consumido una gran cantidad de recursos de los impuestos de los europeos, cuya institución transnacional, la UE, ya determinó que el del aeródromo de Córdoba forma parte de esas inversiones tóxicas de las que hay que huir como de la peste. Demasiados intereses políticos, demasiada poca planificación a corto, medio y largo plazo que explique con qué y para qué se le va a dar uso.

La factura millonaria sigue impagada. Antes o después llegará el tío Paco y sus rebajas

A estas alturas del partido, el aeropuerto de Córdoba sigue sin despegar. Los datos de tráfico siguen siendo de los más bajos de toda la red de AENA , si no los más reducidos, aunque lo cierto es que eso no es lo más preocupante. Mientras que otros aeródromos de similares características han tenido iniciativas para sacarle provecho a unas instalaciones, lo cierto es que en Córdoba no parece moverse una brizna de aire. Mientras que otras instalaciones, donde no se reúnen las condiciones para el tráfico de viajeros regular, se están apuntando a usos alternativos, aquí no parece existir ninguna iniciativa privada o pública que permita sacar provecho, siquiera social o económico, a eso que tenemos en la antigua finca conocida como Lavadero.

En otros lugares, las instalaciones se están dedicando a funciones que van desde el mantenimiento de aparatos hasta su simple estacionamiento cuando no están en el aire. Se han puesto en marcha iniciativas logísticas, de turismo ( Ciudad Real acaba de entrar en el mercado de los vuelos ejecutivos dedicados al mundo de la caza) o llegando a acuerdos con sectores que precisan, por lo que sea, de un lugar donde se pueda aterrizar y despegar. Lo grave de Córdoba es que ni siquiera se ha intentado. Efectivamente, se han conocido algunas iniciativas sueltas como la de la empresa que pretendía realizar vuelos recreativos a la estratosfera. Sin embargo, nunca ha existido un interés verdaderamente cierto por buscar finalidades que permitan dar vida al dinero de todos. Buscando lo posible desde un punto de vista racional, siendo original y estableciendo mecanismos que no sean quimeras ni castillos en el aire.

Para los desmemoriados, les recuerdo que el aeropuerto es una factura impagada. No es cierto que esto haya sido ya una cuestión que hemos cargado a nuestros amigos alemanes y holandeses. Los cordobeses nunca hemos pagado la parte del convenio firmado por Magdalena Álvarez y Rosa Aguilar . Como se hace tan bien aquí, los muchos millones de euros que el Consistorio tiene que poner para pagar parte de las expropiaciones. Es muchísimo dinero que los sucesivos gobiernos han ido dejando para otro momento gracias a que AENA era pública y que la pista no estaba acabada. Ninguno de esas dos condiciones se cumple ya. Y antes o después, llegará el tío Paco y sus rebajas.

Los castillos en el aire

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