CASO FÉNIX CÓRDOBA
Caso Fénix | El cabecilla del «oro negro» niega un entramado societario para defraudar a gran escala
Asegura que él solo era analista financiero para comprar el metal cuando más bajo cotizara
El cabecilla del caso Fénix , el catalán Pedro José R.F., ha negado a preguntas de la Fiscalía que formara parte del entramado societario orquestado para defraudar 110 millones de euros a la Agencia Tributaria . La fiscal especialista en delitos económico ha reproducido en la sala unas conversaciones telefónicas intervenidas que pretenden desmontar la defensa del principal encartado que se enfrenta a penas que suma casi 400 años de cárcel.
En las conversaciones aparece el encartado «vendiendo» oro, en una de ellas en lo que parece vender 47 piezas o kilos de este preciado metal. Sin embargo, el presunto cabecilla había negado hasta ese momento que «vendiera» el oro. Su papel en este entramado de empresas del que hizo responsable a su padre (ya fallecido) -y que estaba acusado en la causa en el mismo grado que él- era sólo de asesor.
Este macrojuicio por el mayor caso de fraude del llamado «oro negro»: comprar oro para depósito o inversión (sin cierta tributación, más barato) y manufacturarlo (evitando su correspondiente impuesto a partir de los beneficios obtenidos) ha sentando en el banquillo a 112 acusados (93 personas físicas y el resto mercantiles).
En la declaración del cabecilla de la trama que declinó responsabilidades en las empresas propiedad de su familia para las que trabajaba éste aseguró que era «analista financiero» y buscaba el momento en el que oro era unos céntimos más baratos para comprarlo, pero no vendía. Uno de los pocos acusados que no se ha acogido a su derecho a no declarar -35 de un total de 93 acusados -, el resto son mercantiles hasta 112 encartados.
El montante requerido a los 96 encausados -tres han sido retirados de la acusación porque su delito había prescrito- asciende a casi 110 millones de euros. Llegaron a moverse 32 toneladas de oro de máxima pureza importado de Suiza y valorado en 400 millones de euros con el apoyo de 45 sociedades.
En su declaración, el acusado P.J.R.F. ha manifestado que desde el año 1995 «hasta que saltó todo este follón», ha venido trabajando en el sector de los metales preciosos.
«Mi tío decidió pagarme desde esa empresa de metales preciosos pero me dedicaba al analisis financiero» . El oro cotizaba con dos variables. En su explicación al tribunal, este analista aseguraba que el oro es un activo que funciona 24 horas al día, a diferencia de otro activos que tienen precio salida y cierre. Cotiza en dolares onza. En Europa euros kilo o gramos; Esas dos variables, especialmente el dólar era extraordinariablemente volatil, ha llegado a decir.
«Un entramado, no para defraudar»
Echando balones fuera sobre quién era el adminstrador de las sociedades mercantiles para las que trabajaba, el principal cabecilla de la trama reconoció que las sociedades en las que «he trabajado entiendo que sí estaban vinculadas a mi padre, pero en absoluto creamos ese entramado para defraudar; para nada», ha relatado. En este sentido, Rodríguez Font volvía a decir que «no tenía ni idea de quien eran los adminstradores, yo enviaba facturas, y he visto que era una persona que firmaba y me las pagaba».
Lo que sí admitió es que tuvo un poder, es decir, era autorizado de una de esas mercantiles pero sólo lo utilizó para «una compra de acciones de 10.000 pesetas o euros no recuerdo, nunca más hice nada con esa compañía». «He estado vinculado a cuentas corrientes, llegó a admitir, pero no he hecho uso más de ese poder», ha apostillado.
El acusado llegó a preguntar a la Fiscal si había hecho él uso de ese poder, a lo que a la representante del Minsterio Público respondió que ella es la que pregunta. Esa mercantil de la que presuntamente partía el fraude del oro negro, según este presunto cabecilla de la trama, no sabía quien la dirigia ni quienes eran los trabajadores.
En cuanto a si facilitaba esa información de cuándo comprar el oro a más bajo precio a otras empresas, el acusado admitió que era autónomo y que por tema de escalabilidad trabajaba con ese servicio para otros clientes. Ahora bien, ha especificado que «Mi padre iba por libre, que no compartía ningún tipo de información y a mi nunca me dijo eso», concluyó.