Apuntes al margen

La casa de tócame Roque

La supervivencia del Córdoba CF pasa por una inyección urgente de dinero de verdad

Furgón que trasladó a Jesús León a los juzgados el pasado viernes Rafael Carmona

Rafael Ruiz

La detención y puesta a disposición judicial del propietario nominal de las acciones del Córdoba Club de Fútbol , el empresario Jesús León , constituye el estrambote (¿definitivo?) en el que se encuentra sumida la sociedad anónima deportiva y principal referencia futbolística de Córdoba desde hace años. El arresto no es moco de pavo. La imputación de cuatro presuntos delitos (administración desleal, apropiación indebida, blanqueo de capitales y corrupción -que se sepa- en el ámbito privado) constituye la mayor operación policial y judicial en el contexto empresarial de la que se tiene noticia en muchos años.

La Guardia Civil y el juez de instrucción no se han andado en este caso con melindres que hemos visto en otros supuestos. Tras una investigación previa plasmada en un atestado, se autorizó la entrada y registro en las instalaciones del club y en el domicilio particular del empresario con el propósito de recabar documentación probatoria, según la información disponible, del presunto desvío de 1,6 millones de euros de la sociedad anónima deportiva (que tiene propietarios minoritarios y responsabilidades con terceros), según la denuncia presentada por un antiguo colaborador de León.

Una de las peculiaridades de este caso es que podemos escandalizarnos pero, la verdad, sorprenderse cuesta mucho. La entidad deportiva ha estado abierta en canal durante muchos meses en los que se ha puesto en tela de juicio tanto su gestión como la propiedad misma de las acciones. La legitimidad del empresario montoreño a tener el cartel de «propietario» en la puerta de su despacho como consecuencia del posible incumplimiento del acuerdo de venta con el anterior dueño, Carlos González.

Buena parte de las razones por las que ahora se ha producido la intervención policial y judicial son sobradamente conocidas porque han sido investigadas de forma minuciosa por periodistas diligentes como el jefe de Deportes de ABC, Javier Gómez Postigo , que ha honrado a esta redacción con un trabajo preciso e ingrato: contar la pura verdad. Si León merece o no reproche penal, ya no es una cuestión que nos atañe. Ningún periodista, ninguna tribuna de opinión, ningún tuitero airado tiene ya mano. Es un juez quien investiga los hechos, un fiscal los calificará, unos agentes de la autoridad ejercen de Policía Judicial y un jurado popular, si van los tiros por donde parece, dictaminará. El empresario tendrá plenas garantías legales y derecho a una defensa competente que intente librarlo de todo mal porque es inocente, que no se olvide, hasta que se demuestre lo contrario.

Pero la realidad es que no se ha llegado hasta aquí sin una cadena de conveniencias, complicidades y praxis que han convertido un club deportivo de referencia en la ciudad, con miles de socios, en la casa de tócame Roque. Probablemente, lo peor esté por llegar. Una administración sometida a un criterio judicial, técnico, llevaría a una realidad: la economía de la empresa exige de una inversión concreta , en euros, con carácter urgente .

Una inyección directa de dinero que permita pagar las facturas y cumplir los contratos. Hacer frente a la realidad de una tesorería embargada por los impagos a Hacienda, la Seguridad Social y terceros con los que se llegaron a acuerdos.

La herencia de una etapa , que dura mucho ya, donde lo que se firma, no se cumple y lo que se promete, no se paga recibiendo, dicho sea de paso, palmaditas en la espalda, silencios compadres y botes salvavidas.

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