20 Aniversario ABC Córdoba
«Carta de Naturaleza», por Ignacio Camacho
Sin los lectores el periodismo sería un triste soliloquio ante un espejo sin azogue, ellos son los que dan sentido a su oficio
Además de un proyecto intelectual colectivo y de un relato del mundo ordenado según unos principios ideológicos, morales y políticos, un periódico es también una costumbre. Un hábito de la vida, en virtud del cual el lector y los periodistas se encuentran cada día en un espacio común que acaba por convertirse, en el buen sentido de la palabra, en una rutina. En el trajín cotidiano de las redacciones tendemos a olvidar a menudo la rara experiencia que supone contar una historia hablando ante una audiencia sin rostro ni nombres, como quien monologa ante una especie de espejo sin azogue. Sólo una certeza conforta la soledad de esa charla insomne, y es la existencia de los lectores , sin los que el periodismo sería un triste soliloquio recitado ante un patio de butacas vacío de espectadores, un montón de palabras lanzadas al viento que nadie recoge.
Ellos son los que dan sentido a este oficio, la brújula que señala su prioridad y su norte. Por eso ABC de Córdoba se siente orgulloso de celebrar su vigésimo cumpleaños . Porque esas dos décadas han consolidado una relación amistosa, cercana, de mutua compañía, que justifica el orgullo de este aniversario. Son 7.300 días juntos , días a veces felices, a veces sombríos, con frecuencia convulsos, casi siempre atribulados, pero nunca solitarios porque sabemos que m iles de cordobeses nos han acompañado y transmitido una confianza y un estímulo que son nuestro mejor pago, la recompensa más satisfactoria a las dificultades del trabajo, el acicate del ánimo que impide el desfallecimiento o la melancolía, el aliento que nos empuja hacia adelante, la conciencia que nos avergüenza de nuestros fallos. Son, sobre todo, la prueba irrefutable de un robusto proceso de arraigo.
Si en 1929 Juan Ignacio Luca de Tena arrancó con la fundación de ABC de Sevilla una equívoca expresión de compromiso con Andalucía, sus nietas Catalina y Soledad quisieron extender a Córdoba esa vocación de proximidad y de servicio en los albores del nuevo siglo. Lo hicieron bajo el mismo ideario fundacional e idéntica declaración de principios : la defensa de la convivencia entre ciudadanos de opiniones y criterios distintos, el respeto por el idioma bien escrito y, sobre todo, la lealtad a la Corona y a la Constitución desde la defensa de los valores del liberalismo. De este modo, una cabecera de sólido prestigio nacional venía a incrementar los vínculos de dos ciudades bimilenarias hermanadas por el mismo río, como un símbolo de articulación social construido con los materiales a un tiempo efímeros y permanentes del periodismo.
Córdoba como protagonista en el centro del objetivo: la Córdoba del arte y de la cultura , de la acogida y del progreso, del flamenco y de la joyería, de los frutales y del olivo; la Córdoba moderna que no renuncia a su leyenda de memoria y de misticismo, la Córdoba de siempre y la de hoy en un diálogo constructivo capaz de plantearse el futuro bajo el prisma intelectual del espíritu crítico. Ha habido mucho que contar en este tiempo. Polémicas urbanas, conflictos sociales, avatares políticos y financieros, crisis económicas, esperanzas, proyectos, todo eso que constituye la vida de una gran capital en continuo crecimiento , de una comunidad autónoma más grande y más poblada que bastantes países europeos y de una nación sacudida por cíclicos zarandeos que han puesto y siguen poniendo a prueba su capacidad de resistencia y de sufrimiento.
Eso es un periódico: la historia de un pueblo contada paso a paso , latido a latido, día a día, con su vaivén de fracasos y éxitos. Desde la evidencia axiomática de que cada mañana surge un nuevo reto que hace que los de ayer se queden viejos. Una servidumbre y a la vez un privilegio. En veinte años de convivencia con una ciudad y sus gentes, un periódico no sólo se hace mayor: adquiere carta de naturaleza .
Esta publicación centenaria se siente más completa sabiendo que de alguna manera forma ya parte de la sociedad cordobesa , un fragmento representativo de su identidad universal y eterna. Que este tiempo vivido juntos ha creado un lazo social, sentimental y cultural con ella, un nexo tan profundo que ni siquiera ha interrumpido la circunstancia excepcional, dramática, de una pandemia que marcará para siempre esta época.
Durante los días más duros del confinamiento , miles de cordobeses han salido a la calle para buscar en los quioscos que quedaban abiertos la ventana de información por la que asomarse a la realidad de la tragedia. No el sucedáneo que contaban los gobernantes, ni el retrato trucado que aparecía en esas televisiones llenas de programas amables que trataban de dulcificar una realidad siniestra, sino las noticias verdaderas que sólo confiaban encontrar en la prensa. En la de papel o en la digital, cuyo abrumador crecimiento de audiencia demuestra que muchos, muchos ciudadanos de Córdoba y de su provincia se encomendaban a su diario de cabecera para conocer lo que de veras sucedía más allá de las paredes de sus viviendas. Sólo por eso, incluso en estas circunstancias extremadamente complejas, el esfuerzo de comparecer ante ustedes ha merecido la pena. Ninguna palabra sería lo bastante intensa para definir la gratitud debida a esa confianza sincera que hoy nos comprometemos a seguir tratando de honrar con todas nuestras fuerzas. Así que pasen otros veinte años… y los que vengan.
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