DESDE MI RINCÓN

Carmeli, luz para Córdoba

Cuando tanto se critica a la Iglesia, vemos a personas como Carmeli que abren su casa a quienes lo necesitan a cambio de nada

José Luque

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Alguien dijo que «el amor no sólo debe ser una llama, sino una luz». La persona que ama debe ser guía y ejemplo para los demás. Traigo esta frase para hablar de una persona que es luz. Es faro que sirve de ayuda para quienes pretenden llegar sin problemas a buen puerto. Hablo de Carmen García Gómez, «Carmeli». Por la amistad existente entre nuestras familias la conocí hace muchos años. Su hermano Ángel fue profesor mío en el colegio de los Jesuitas de Málaga. Tenemos familiares comunes. Los dos somos de Montilla, algo que imprime carácter y une a las personas.

Pero sobre todo quiero hablar de Carmeli porque se lo merece. Si ha dado amor todos los días de su vida, justo es que cuando no puede darlo como a ella le gustaría, lo reciba de los demás. Aunque estoy seguro de que ella recibe más amor que el que podamos darle todos nosotros juntos.

Quien vive para los demás sin esperar nada a cambio, debe recibir algo imposible de valorar. El periodista Aristóteles Moreno (ABC Córdoba 29.10.2017) manifiesta que charlando con ella repite como oración que alumbra su vida que «es de necios confundir valor y precio». La luz que ella recibe debe ser de energía infinita ya que le ha permitido alumbrar a los demás ¡y de qué manera! durante 84 años y sigue alumbrando sin descanso. ¡Esa es Carmeli! No voy a repetir lo que los medios han destacado de su ejemplar y generosa labor con motivo de haber recibido el premio «Luz de Córdoba» de la Asociación Presencia Cristiana. Ella lo ha hecho en silencio y en silencio debe quedar. Como ella misma asegura, «si yo he sido esperanza para los demás, bendito sea Dios». Pues, amén.

Cuando creemos que los políticos son la solución a nuestros problemas y tenemos más problemas que nunca; cuando se critica a la Iglesia Católica por predicar una determinada moral y vemos como desde la política se siembra odio y separación entre personas; cuando se dice que por seguridad es conveniente cerrar fronteras; cuando todo eso pasa, vemos a personas como Carmeli que abren las puertas de su casa a quienes lo necesitan a cambio de nada. ¡Eso es Iglesia! ¡Eso es ser persona cristiana! Lo demás son chascarrillos.

Me cuenta una de mis hermanas que hablando de las características que ha de tener el buen cristiano con el hermano de Carmeli, Matías, que fue provincial de los Jesuitas y Rector de la Facultad de Teología de Granada, le preguntó si conocía a alguien que diera la talla. Bastaron diez segundos en silencio para oírle decir, ¡mi hermana Carmen! Carmen García Gómez merece ser reconocida no sólo como «Luz de Córdoba» ¡que lo es! De igual manera debería ser aceptada por todos como la más conveniente «Luz para Córdoba».

Carmeli, luz para Córdoba

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