JESÚS CABRERA - EL MOLINO DE LOS CIEGOS

Cántico en Málaga

García Baena y Liébana fueron los protagonistas absolutos de dos días vividos en el Centro Andaluz de las Letras

POCOS dudan de la antigua, cálida y cercana relación que existe entre Córdoba y Málaga . Cada una de estas ciudades es prolongación de la otra a la que no se viaja sino que se va a casa propia. La elección de la Costa del Sol como lugar de veraneo habitual de los cordobeses puede ser la anécdota más visible de una relación que es mucho más profunda y que podría considerarse como consanguínea , porque partiendo de la misma esencia se complementan en sus diferencias.

Por estos motivos no es extraño que al hablar de algo tan cordobés como es el grupo Cántico haya que hacerlo de Málaga, porque es el apéndice natural de lo que nació a orillas del Guadalquivir, sobre el mármol de las tabernas , con el fondo de las campanas conventuales que llamaban a vísperas. Los integrantes de Cántico tuvieron en la Costa del Sol su otra casa y allí se fue a vivir Pablo y de allí vino la genialidad de Vicente Núñez , la última incorporación, entre otros muchos vínculos. A nadie extraña que en los versos de este grupo de amigos esté la contención cordobesa junto a la luminosidad de una ciudad que deja el sabor del salitre en la comisura de los labios.

Los actos celebrados hace unos días en Málaga en el Centro Andaluz de las Letras tuvieron el aroma de las ciudades que son una cuando de alta poesía se trata, porque hubo actos dedicados tanto a Ginés Liébana como a Pablo García Baena , los supervivientes de la más apasionante aventura literaria española del siglo XX . Del primero se inauguró una exposición, titulada «Negociado de la carestía», en la que dentro de su personal estilo retoma la técnica del collage con la que Liébana triunfó en la prensa nacional en los años 60 y 70. Son 36 piezas que nos ofrecen una actualización de su obra, con sus paisajes inconfundibles, sus artefactos imposibles, sus personajes de bestiario medieval y esas luces tan personales que hacen que no haga falta acercarse al cuadro para ver la firma. Ah, y los títulos son la aportación literaria que redondea la obra de arte.

Del segundo se presentó la antología editada por Cátedra «Mientras cantan los pájaros» y minuciosamente trabajada por el profesor Felipe Muriel para conocer mejor la producción de García Baena. El extenso estudio introductorio justifica de modo científico la frase de Ricardo Molina , que Francisco Ruiz Noguera recordó en el acto, y que sitúa a Pablo en uno de los tres poetas cordobeses más importantes de la historia, junto a Juan de Mena y a Luis de Góngora , cómo no.

El Centro Andaluz de las Letras no escatimó afecto para ambos y durante dos jornadas el caserón de la calle Álamos se convirtió en una embajada en la que se dieron cita tanto sus amigos de siempre como aquellos que los admiran por pertenecer a una generación irrepetible que llegó a los más alto y que a lo largo de muchas décadas ha dado buen ejemplo de estar siempre al día, lo que garantiza que sus obras nunca quedarán desfasadas en el futuro. Esta circunstancia creó un clima en el que los dos actos se desenvolvieron con la sincera familiaridad de quien se encuentra en su ámbito natural. La presencia de la consejera de Cultura , Rosa Aguilar , contribuyó a ello.

Pablo García Baena y Ginés Liébana fueron los protagonistas absolutos de estos dos días vividos en el Centro Andaluz de las Letras, pero también estuvieron presentes aquellos otros con los que conformaron y dieron gloria a aquella reunión de amigos que con el paso del tiempo se vino en llamar el grupo Cántico y a los que se les recordó desde la emoción justificada por no poder compartir con ellos ahora estos reconocimientos.

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