CULTURA

El camino de los versos y las vidas del grupo Cántico en Córdoba

Salvador Gutiérrez Solís guía por los lugares en que los escritores pasaron sus días

Salvador Gutiérrez Solís guía al grupo desde la calle Parras al colegio López Diéguez Miguel Ángel
Luis Miranda

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En cada esquina, no ya un verso , que también, sino una historia, un sorbo de vino, un película sin censurar, un libro que descubrir cuando no abundan y un concejal al que convencer de que dé algo de dinero público en tiempos de cartilla de racionamiento. El camino que emprendieron ayer cincuenta personas por Córdoba no era el de poetas que viven en la torre de marfil y desde allí escriben, lejos del mundo, lo que la inspiración dicta, sino un rosario de paradas por donde los autores de Cántico escribieron sus versos y también la historia de la amistad y de sus vidas.

El escritor Salvador Gutiérrez Solís , que no pocas veces hilvanó las vivencias de los poetas con las suyas propias, hizo de guía ayer por la Córdoba del grupo Cántico, que contó menos de la poesía en abstracto que de la poesía en concreto de sus vidas, encuentros y afanes. La cita estaba organizada por el Centro Andaluz de las Letras y contó con la presencia de su directora, Eva Díaz Pérez, y de varios descendientes de los autores.

Comienza en la calle Parras , en el número 6, antes 11, en que nació Pablo García Baena en 1921. Leyó allí «Alma feliz» y entre verso y verso se hablaba también de cómo aquellos autores, puente entre la Generación del 27 y la poesía actual, iban descubriendo la literatura «en un panorama duro, en la Córdoba de la posguerra». Gutiérrez Solís explica, y eso queda de manifiesto conforme se avanza, que los escritores de Cántico no eran « gongorinos , clásicos», aunque en las formas su poesía lo parezca: «Eran muy contemporáneos , porque leían a escritores contemporáneos, iban al cine» y estaban pendientes del mundo de su época.

De ahí llegan al colegio López Diéguez , al que asistió Pablo García Baena y en el que fue profesor Juan Bernier. Y desde ahí a la plaza de este último, en el solar que ocupó el desaparecido convento de Santa María de Gracia. Es un lugar significativo y no sólo por el nombre. «Se inauguró el 4 de agosto de 1989, y Juan Bernier, ya muy enfermo, no pudo venir, aunque el Ayuntamiento lo trajo unos días antes», cuenta el guía. Y allí mismo, ante sus torres, se habla de San Rafael y los ritos cordobeses y de San Lorenzo y el Remedio de Ánimas , pero también del cine Ramos, que estaba junto a la plaza y donde daban las películas sin la preceptiva censura.

Los que siguen la ruta conocen las tabernas en que se reunían García Baena, Ricardo Molina, Juan Bernier, Mario López y los demás

La ruta se detiene en muchos sitios, como el Realejo. Gutiérrez Solís cuenta cómo trajeron al poeta Vicente Aleixandre , gracias a que convencieron al concejal Pepe Diéguez, y cómo lo llevaron a muchos de los sitios típicos de la Córdoba de la época. Allí se lee un texto, en esta ocasión de Mario López , y sigue la ruta por la Córdoba antigua. El guía relata todas las tabernas en que se reunía aquella « tertulia nómada », por toda la ciudad, y aparecen todos los autores. También Ricardo Molina , que vivió en la calle Lineros y que fue una de las grandes personalidades del grupo, en muchos sentidos.

El camino termina, ya al caer la noche y tras muchas historias y muchos versos de todos los escritores de Cántico, en la plaza de Las Tendillas, el lugar donde estaba el Palacio del Cinematógrafo en que García Baena situó uno de sus poemas más famosos, pero también más contemporáneos: el que dice «Impares, fila 13» .

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