Aristóteles Moreno - Perdonen las molestias

El camarote de Hostetur

Paraguazos por aquí, puntapié por allá, reproches por acullá

HOSTETUR es al camarote de los Hermanos Marx lo que España al cuadro que inmortalizó el «Duelo a garrotazos» del pintor Francisco de Goya. De las dos metáforas que nos radiografían como país, la primera, al menos, nos hace reír. El caso es que a día de hoy no sabemos si en el interior de Hostetur habitan dos juntas directivas yuxtapuestas o estamos ante un caso de psicofonías hosteleras tipo Cuarto Milenio. Antes de ayer nos llegó la voz de ultratumba del vicepresidente Rosales para desautorizar al presidente De la Torre , que a su vez había desautorizado al vicepresidente Rosales el día anterior.

Lo llamativo del asunto es que las dos voces salían del mismo edificio y bajo idéntico membrete corporativo. Visto lo cual, resulta imposible saber si la junta directiva que se reunió con el concejal de Turismo es la misma que difundió un comunicado desaprobando el encuentro y si la junta directiva que destituyó al vicepresidente Rosales es idéntica a la que invalidó ayer tarde su cese.

En el camarote de Hostetur, solo falta que llame a la puerta Verónica Pérez para proclamar que la única autoridad competente es ella y punto pelota. A estas alturas, el carajal del gremio de los hosteleros se va pareciendo como dos gotas de agua al mítico comité federal socialista del 1 de octubre que acabó como el rosario de la aurora. Más difícil es ahora identificar quién representa a la Susana del aparato y quién al P edro Sánchez de la resistencia .

La paz de los hosteleros ha durado lo que un vuelo regular en el Aeropuerto de Córdoba . Leche y picón. Aún recordamos con ternura la fotografía en la que el señor Rosales rodeaba con su mano derecha el hombro izquierdo de Francisco de la Torre. Los dos sonreían ante las cámaras con la felicidad contenida de la pareja que acaba de echar pelillos a la mar. No es fácil restañar las heridas del desamor. Mucho menos cuando los dos contendientes han echado a andar sus propias vidas y ya son capitanes generales de sus respectivos navíos. Francisco de la Torre comandaba Hostecor y Alberto Rosales, Córdoba Apetece.

Aquella fotografía escenificaba el feliz reencuentro hace apenas dos semanas. Fue un 9 de marzo cuando nació Hostetur de las cenizas del desafecto. Pero el amor, querido contribuyente, es un valor frágil como las previsiones meteorológicas para Semana Santa. Si amenaza lluvia, lloverá. Y, en efecto, el chaparrón que está cayendo sobre Hostetur solo es comparable a la ciclogénesis explosiva que se cierne sobre las primarias del PSOE . Es decir.

La chispa que ha desencadenado la tormenta fue la reunión del presidente con el concejal de Turismo a cuenta de la mesa de veladores. Todo lo que ha pasado a continuación forma parte del guión clásico del divorcio exprés. Paraguazo por aquí , puntapié por allá, reproches por acullá. En apenas cuatro días, hemos visto tirarse a la cabeza el televisor, la batidora, la traición y la deslealtad inadmisible, según la literalidad de los contrayentes. Todo el mundo sabe que cuando se derrumba el cariño, lo primero que saltan por los aires son los agravios (y los electrodomésticos).

Al despechado Rosales le dolió particularmente la infidelidad de Francisco de la Torre con el «sátrapa» del concejal del ramo. El adjetivo elegido ya da una idea de la profundidad de la herida. Nos tememos lo peor. Al fin y al cabo, el camarote de Hostetur es la metáfora de España. Ese territorio emocional que bascula eternamente entre la tragedia y el sainete.

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