Rafael González - LA CERA QUE ARDE

El Caloret

¿Quién no ha tenido la tentación de pegarle fuego a algo en El Arenal?

Mi amigo Salva fue el otro día a deportes Milla a comprar una camiseta firmada por Pedro García. Pero no quedaban. De hecho, la única XXXL fue la que se llevó el edil a Cuba y ha regresado sudada por el calor tropical. Mi amigo Salva es fetichista, pero no tanto. Se conforma con la camiseta de Chendo que conserva como oro en paño y con otra de Arenal 2000 firmada por Rosa Aguilar. En cualquier caso, contar con una camiseta de Sadeco que ha servido para una visita de Estado es un reto que todo fetichista que se precie debe conseguir alcanzar para enriquecer su colección de fetiches: planes estratégicos en VHS, maquetas de edificios público-privados, claveles de las batalla de las flores, pijotas de Fuengirola o las sucesivas reformas del estadio San Eulogio en DIN A4 o en 3D. Hay quien se ha llevado a casa a un americano pernoctado como recuerdo, pero lo ha tenido que devolver porque su familia de Ohio lo ha reclamado y por el descuadre que supone para las estadísticas de pernoctaciones mantener a un americano más de tres noches en Ciudad Jardín dando vueltas buscando aparcamiento.

En el fondo, todo lo que los cordobeses hacemos es trabajar por las pernoctaciones. El viaje a Cuba del media punta García ha sido para decirle a los cubanos que pueden venir a Córdoba cuando quieran y que comprobarán cómo los lunes son días en los que se demuestra que se respetan los derechos de los trabajadores públicos de los museos municipales tras siglos de lucha obrera. A diferencia de los trabajadores públicos de La Habana, estos no comen flores del parque y pueden ir a un Mercadona. Si no tenemos suficiente oferta turística aquí, o sea, caballos equinos con gitanas montadas con toreros que bailan flamenco mientras los de los restaurantes preparan alcachofas a la montillana de degustación en una «shopping night» amenizada por saeteros y chirigotas, pues nos traemos las fiestas de otro lugar. Valencia, por ejemplo.

¿Quién no ha tenido la tentación de pegarle fuego a algo en El Arenal? Al estadio, por ejemplo, sobre todo después de jugar el Córdoba. Si no lo hemos hecho es porque somos más templados que un valenciano con un mechero en la mano, pero para eso está Falleros Sin Fronteras, que es como Parcelistas del Mundo pero con caloret. Te montan un ninot al lado de la portada de Feria y ale, que arda. Así consigues que los turistas se queden confusos una noche más mientras miran el GPS para averiguar dónde están y en qué mes del año viven. No falla.

Lo próximo podrían ser los San Fermines. Cabestros autóctonos no faltan, desde luego. Los mozos podrían además de esquivar astados, sortear terrazas céntricas del sector servicios y bares. Y los toros no serían peligrosos en julio: aquí no hay caloret, sino calor cordobés, y eso no hay ni toro ni valenciano que lo resista, por mucho que le guste el fuego.

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