SERVICIOS SOCIALES
Calmante Vitaminado, el asentamiento chabolista enterrado en basuras
El centenar de personas que vivían en las incendiadas instalaciones tenían hasta el 26 de septiembre para dejar la propiedad tras adquirirla La Caixa
«EN Rumanía no hay casi desechos; vuestra basura es oro porque lo tiráis todo y tiene valor. ¿Que si merece la pena irse de Rumanía para vivir en España aunque sea aquí, claro que sí». Quien así se expresa es uno de los muy escasos ciudadanos rumanos que viven o se mueven todavía en el entorno del antiguo asentamiento de la nave abandonada de Calmante Vitaminado , en el polígono de Chinales, que el pasado sábado sufrió un incendio -el segundo ya de los últimos dos años- bastante virulento. A ello contribuyó una triste realidad: las personas que vivían en la zona estaban, literalmente, nadando entre residuos. Kilos y kilos de desechos sacados de no se sabe dónde que se acumulan en cada rincón, en cada pasillo y en cada metro cuadrado de un lugar que hasta hace días era el sitio donde vivían personas, menores incluidos.
De hecho, lo que ardió no supone ni el uno por ciento de lo que hay allí acumulado. Es la consecuencia de una ingente cantidad de personas que en su día vivieron allí, hasta un centenar, según los empresarios vecinos, unido a los «camiones piratas» que acuden al lugar a altas horas de la noche a soltar impunemente su carga de escombros o de otros restos sin necesidad de pagar tasas municipales, tal y como ha explicado el concejal de Asuntos Sociales, Rafael del Castillo (IU).
Ayer por la mañana volvieron los bomberos de Córdoba «a refrescar» los rescoldos de hace dos días, porque propietarios de naves colindantes habían dado el aviso de que se habían vuelto a ver llamas y estaban temerosos. «Me gasto anualmente 300 euros en un máquina para limpiar, al menos, la zona colindante a mi nave para evitar que este tipo de cosas acabe con mi negocio, pero hay tal cantidad de porquería que sigue siendo un peligro para todos», explica uno de los empresarios. El responsable de la planta anexa aseguró que las ratas son de tal tamaño y tantas «que cuando entran aquí disparan la alarma de las instalaciones».
La vecindad
Y no se trata de una cuestión de racismo o xenofobia. «Somos y hemos sido siempre buenos vecinos; ellos no causan problemas y nosotros les ayudamos con comida y materiales cuando realmente lo necesitan, aunque a veces quieran pagarlos», explica otro dueño de nave con material de madera en su interior, con lo que el riesgo de un incendio de proporciones mayores ya le pone los pelos de punta. «Se puede ser pobre, y eso es algo que no se puede evitar; pero lo que no se puede consentir es que se acumule tantísima cantidad de porquería en tan poco espacio», se lamenta.
El incendio desvela días después cómo las familias que estaban allí afincadas vivían literalmente enterradas en toneladas de restos que la sociedad ha desechado: ropa para poner fácilmente más de una veintena de tenderetes en mercados ambulantes esparcida al aire libre o sobre el suelo de la segunda planta de uno de los edificios que aún están en pie; mandos de televisión de todos los tamaños y formas; electrodomésticos de ingente variedad; libros en perfecto estado, películas en DVD, CDs y singles en vinilo; zapatos, bolsos, decenas y decenas de muñecos de trapo ; carnés de identidad sin el chip y, sobre todo, metal, hasta la saciedad .
Un vertedero en la práctica
«Todas las noches se queman ahí acero, cobre y otras cosas que se venden luego como chatarra y es lo que han provocado el fuego», piensa alguno de los vecinos. «Son marroquíes que no están bien de la cabeza», se defiende otro rumano para dejar bien claro que ellos no han sido los culpables del incendio . «No tiene sentido quemar lo que está tan cerca de nuestras cosas».
Pero lo cierto es que entre el «minimunicipio» que se había conformado en ese entorno y la suelta ilegal de basuras y escombros, el lugar se había transformado en un auténtico vertedero ilegal en pleno núcleo urbano. De hecho, el propio Del Castillo ha reconocido que era el « peor asentamiento que nos encontramos de todo Córdoba, con unas condiciones de salubridad horribles » de cara al plan municipal de choque para evitar que se vuelvan a repetir estos episodios.
Quince mil euros
El Ayuntamiento, a través de Sadeco, ya había instalado allí hasta cuatro cubas para que la única familia que sigue allí pudiera echar la basura que generaba a diario. Todas ellas se llenaron de inmediato y han ido retirándose como si fuera una recogida más de la empresa municipal de basura. Rafael del Castillo explicó que en ese campamento Sadeco iba a entrar a realizar una limpieza a fondo que iba a suponer unos 15.000 euros de gasto .
No obstante, la operación se frenó en seco , en cuanto se supo que la entidad financiera La Caixa había adquirido esos terrenos, todavía no se sabe muy bien con qué intención. «Lo paramos, porque no es de recibo gastarse esa cantidad para que luego no viva allí nadie y se repita la misma situación», explicó el concejal.
Y es que la entidad bancaria ha llevado el caso a los tribunales para que el juez diera orden de desalojo de toda aquella zona, cosa que tendrá lugar como fecha límite el próximo 26 de septiembre . «No sabemos dónde vamos a ir cuando nos digan definitivamente que nos vayamos, quizá a un descampado, pero una cosa es segura. A Rumanía no vamos a volver », aseguran rotundos.