Callejero Sentimental del Casco Antiguo de Córdoba
Callejero Sentimental | Parras: sobrevuela el espíritu de Pablo
A caballo entre San Andrés y San Agustín, la calle Parras es conocida por sus patios de concurso y por el poeta Pablo García Baena, que nació en la casa número 6, donde transcurrió parte de su niñez
El día que perdimos al excelso poeta Pablo García Baena (14 de enero de 2018, dos años ya) Rosario Cantillo, propietaria de su casa natal, en la calle Parras 6, cortó la mejor flor del rosal situado a la vera del viejo pozo, subió por San Pablo hasta el Ayuntamiento -en cuyo salón de plenos se había instalado la capilla ardiente- y la depositó sobre el féretro, conteniendo a duras penas la emoción y las lágrimas. «Fue un impulso -dice ahora Rosario-; cuando me enteré de su muerte corté la rosa y se la llevé». Era una rosa granate de tacto aterciopelado y fragancia de patio popular. Y aunque el poeta sigue vivo en su obra ya no frecuenta su patio a mediados de mayo para volverse niño con los recuerdos, pues allí transcurrieron los primeros años de su vida. « Pablo venía todos los años a ver su patio, cuando había menos gente -evoca Rosario-. ‘Sigue igual que cuando yo era chico’, decía, y yo le respondía que seguiría así mientras yo viviese». Y lo está cumpliendo.
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En diciembre de 2009, año en que el poeta cumplió los 88, el Ayuntamiento colocó una inscripción conmemorativa en la fachada. « En esta casa nació en 1921 el poeta Pablo García Baena », dice el escueto texto confeccionado en mosaico veneciano por Silvia Favaretto. El alcalde Andrés Ocaña, autoridades, poetas y amigos arroparon aquel día a Pablo, que, según confesó, había vivido allí «hasta los seis o siete años y todo sigue igual. La casa es más vieja que yo -añadió-, pero se conserva más joven».
Patio y colegio
El «patio de Pablo» ha participado 33 veces en el concurso municipal. A la entrada de la casa hay un testero lleno de azulejos conmemorativos de premios, entre ellos tres primeros. Es de los pocos patios populares vividos que se conservan en Córdoba, con su suelo empedrado, el pozo centrado, el limonero centenario que regala su sombra, la esparraguera fina que alcanza el tejado, los geranios, la buganvilla rosa o la dama de noche cuyo aroma inunda la calle. Rosario -o Chari, como prefiere que la llamen- nació en la casa de enfrente, pero la amadrinaron las dueñas de esta, Conchita y Margarita, de quienes a su muerte la heredó. Y cuando enviudó de su Juan Antonio el patio la salvó porque «esto da vida» dice ahora. Tuvo cinco hijos y dos le ayudan, Rafael y Javier.
Pero el de Rosario no es el único patio que concursa en la calle. También abren sus puertas por mayo el de la casa contigua, Parras 8, de Milagros y Paco, que ahora mantiene cerrada su puerta, y en la acera de enfrente, Parras 5, de María Isabel y Pedro, visible siempre a través de su cancela acristalada, ganador de tres primeros en la categoría de arquitectura moderna. Me asomo y veo que sigue allí, refugiado en su rincón, el altísimo y premiado filodendro .
El recuerdo de Pablo no solo está ligado a su patio natal, sino que sobrevuela también el cercano colegio Hermanos López Diéguez , donde un azulejo dedicado por el Ayuntamiento en 1984 atestigua que «en esta escuela aprendió sus primeras letras el poeta Pablo García Baena». La biblioteca escolar lleva también su nombre y la escalera que a ella conduce, en la planta alta, está poblada de dibujos y poemas dedicados al poeta por los niños. Enternecedor. Desde la calle Parras el niño Pablo acompañaba a su madre, Dolores, al puesto de leche que había en el cercano compás de San Agustín , y aquel recuerdo le inspiró un hermoso poema, que comienza: «Al frío de las ocho, / cuando en las piedras lisas de la calle / golpea la herradura pesada de los mulos / y el arriero anuda la soga a la ventana, / llegaba la leche en las vieja cántaras resonantes…».
El colegio donde Pablo aprendió las primeras letras ha puesto a la biblioteca su nombre
Remotos recuerdos. Como el Horno del Sevillano , en la esquina de Parras con Arroyo de San Andrés, que regentaba Ángel Guijo y pervivió hasta mediados de los años ochenta. A su nieta Carmen le contaron que «cuando en la guerra civil sonaban las sirenas mi abuelo abría el horno y se refugiaban todos dentro para protegerse de las bombas ». Don Teodomiro atribuye el topónimo Parras al «apellido de unos de sus antiguos moradores, y no por unas parras que había en ella». Amén. Este mismo autor relata que en la calle tuvieron los lineros (operarios del lino) un hospital para asistir a sus trabajadores enfermos . Hoy todo son viviendas; según la numeración, las dos aceras suman veinticinco casas, todas habitadas.
Ambiente y reivindicaciones
Es una calle recta y corta, 118 metros, así que todos se conocen. «Cada uno en su casa, pero si nos necesitamos nos ayudamos -afirma Rosario Cantillo-; yo soy la portera de muchas casas porque me dejan las llaves por si las pierden ». Como una familia. Pablo recordaba la calle «limpia de aceras relucientes, con hierbas de verdor entre el empedrado, con casas humildes que habían sido de los frailes de San Agustín (…), de crujías altas de vigas conventuales y solanas abiertas dando a los patios olorosos, de pozos hondos y misteriosos». ¡Qué belleza! En el entorno de Parras hay calles como Hinojo y Yerbabuena, nombres evocadores de remotos huertos. Cuando a las dos de la tarde suena la campana del cercano colegio y salen los escolares su alboroto quiebra por unos minutos la tranquilidad del entorno , pero dan vida.
«Soy la portera de muchas casas porque me dejan las llaves por si las pierden», dice Chari Cantillo
Inquieta a los vecinos la casa abandonada situada al final de la calle, con entrada por Rejas de Don Gome 4, que hasta hace unos meses mostraba la vergüenza de su ruina interior a través de las ventanas abiertas, pero las han tapiado y han dado a la fachada unas manitas de cal y pajizo. Los vecinos de Parras consiguieron ganar la batalla tras mucho insistir, como también l ograron que se suprimiera la doble dirección en una calle estrecha , un disparate, que obligaba al retroceso, entre discusiones, de uno de los vehículos. Ahora reclaman el adecuado mantenimiento del muro que, a mitad de la calle, cierra un solar dedicado a cocheras con entrada por la paralela calle Muñoz Capilla, por su fealdad y peligro.
La calle Parras desemboca en Rejas de Don Gome, frente al Patio de las Columnas del Palacio de Viana , cuyas buganvillas asoman por encima de la tapia. Es un patio moderno, construido por la Caja Provincial de Ahorros en un solar colindante tras adquirir la mansión palaciega, y fue inaugurado el 13 de octubre de 1985 con un concierto del Real Centro Filarmónico Eduardo Lucena . Córdoba pura.