CALLEJERO SENTIMENTAL DEL CASCO ANTIGUO DE CÓRDOBA
Callejero Sentimental de Córdoba | Romero Barros: recuerdos del Juan y vino de plateros
La vieja calle de la Sillería cambió su nombre por el de Romero Barros, pintor de Moguer y padre de Julio Romero de Torres
Rafael llegó a Córdoba en 1862 , con treinta años, para trabajar como conservador del naciente Museo Provincial de Pinturas , donde se habían reunido las obras procedentes de conventos desamortizados; también creó la Escuela Provincial de Bellas Artes , que dirigió, y se comprometió activamente con la defensa del patrimonio histórico-artístico cordobés. Se estableció con su esposa Rosario de Torres en el antiguo Hospital de la Caridad de la plaza del Potro, donde fueron naciendo siete de sus ocho hijos, que fueron Eduardo, Rafael, Carlos, Rosario, Enrique, Fernando, Julio y Angelita.
En los años finales del franquismo esta calle recta y breve, que mide solo 80 metros, estuvo ligada al Círculo Cultural Juan XXIII , creado en diciembre de 1963 a raíz de la encíclica papal «Pacem in terris» por un grupo de cristianos comprometidos encabezados por el psiquiatra José Aumente, el abogado Rafael Sarazá, el funcionario Fernando Atienza y el ingeniero Luis Valverde, su primer presidente. Tras establecerse mediante alquiler en la casa número 10 de la calle, creció su número de socios hasta alcanzar los seiscientos . Fue un activo f oro de debate político que aglutinó a la oposición del Régimen franquista, y por su tribuna desfilaron , bajo discreta vigilancia policial, futuros dirigentes políticos, entre ellos Enrique Tierno Galván, Gregorio Peces Barba, Joaquín Ruiz Giménez, Marcelino Camacho, Alejandro Rojas Marcos, Oscar Alzaga, Alfonso Guerra y Felipe González , cuando era conocido como «Isidoro» . En las primeras elecciones municipales de 1979, trece de los concejales elegidos eran socios del Juan, como se le llamaba familiarmente. Tras abandonar la casa en 1992 y perder su identidad original pervive hoy , desligado de los partidos , como Círculo Cultural Juan 23 (sic) en un inmueble de la calle La Palma.
Taberna centenaria
Si casa de dos puertas mala es de guardar, el refrán no va con la taberna que la Sociedad de Plateros tiene en la calle San Francisco 6, con entrada también por Romero Barros sin número. Hoy entraremos por esta segunda puerta, identificada con un austero rótulo sobre madera en el que puede leerse «Sdad Plateros». Tras un pequeño zaguán con la puerta en recodo se pasa a un patio con cubierta acristalada , lo que lo convierte en salón confortable, sea verano o invierno. En dos de sus lados tiene galerías con arcos de medio punto sustentados por columnas toscanas . En un costado de la galería se encuentra la barra, pero detrás de ella ya no están las medias botas de 24, Peseta, Solera, Platino y Oro Viejo, vinos que se criaban en la bodega que tenía la Sociedad en la calle Queso; hoy se sirven dos marcas de Bodegas El Monte, de Moriles: fino Cebolla y Los Naranjos, en rama. Así que el encanto de los barriles ha sido reemplazado por los asépticos envases bag in box.
Romero Barros se hizo cargo del Museo de Pinturas, formado con obras conventuales desamortizadas
Pero la taberna sigue siendo la decana de la cadena , pues fue la primera que abrió, en 1872 , la Sociedad de Plateros, creada cuatro años antes para socorrer a los plateros n ecesitados ; fue una adelantada de la Seguridad Social de hoy, vaya. En 1968 se hizo cargo de ella como arrendatario Antonio López Cañas, y hoy es su hijo Antonio López Sicilia quien la regenta, secundado en la cocina por su hermana Josefa, que prepara los platos tradicionales se siempre, como flamenquín, robo de toro y un sinfín . Cuando el horario del tren lo permitía, más de un conferenciante del Juan prolongó su tertulia política en la barra de la taberna, situada justo enfrente. ¡Lo que habrán escuchado estas paredes!
En los últimos años del franquismo por el Círculo Juan XXIII pasaron futuros dirigentes de la Transición
Aquí se fundó en 1971 y tuvo su sede muchos años la Peña Flamenca de Córdoba , época en la que se podía escuchar buen cante, especialmente martes y jueves, pues como advertía un rótulo sobre el tablao, «aquí se vive el cante». Pero aunque la peña se marchase al Campo Madre de Dios , el eco de la voz de los mejores cantaores de la época impregna aún sus muros , como también perviven, enmarcadas, fotografías de temática flamenca, en armoniosa convivencia con las taurinas, ojo. Y es que las paredes de las viejas tabernas son santuarios de recuerdos, que invitan a repasarlas con detenimiento, pues guardan mucha historia.
Trasiego de maletas
Como es inicio de un puente festivo hay un constante movimiento de maletas rodantes por las aceras . Nunca imaginé semejante trasiego. Pero el fenómeno tiene su explicación: cinco casas de las diecisiete que tiene la calle están dedicadas a alojamientos , sin contar alguna más que funciona de incógnito. Se concentran en la acera de los pares, a saber: el hotel Maestre y el hostal Maestre, en edificios diferentes, y el hostal Los Arcos. Algunas de esas casas tienen patios visibles que se paran a fotografiar los turistas que pasan por aquí buscando a Julio Romero de Torres. Si le interesa la pintura moderna no pase de largo por el hotel Maestre sin asomarse, con permiso, al interior para admirar media docena de cuadros –torero, bailaora y bodegones– de la acreditada pintora cordobesa Julia Hidalgo , una exposición permanente que se completa con obras informalistas de Rafael Navarro. Sin olvidar la preciosa fuente mural de azulejos que enjoya el patio, a mayor gloria de San Rafael, San Acisclo y Santa Victoria, obra del recordado artista Tomás Egea Azcona.
La taberna decana de la Sociedad de Plateros abrió sus puertas en 1872 y hoy la rige Antonio López Sicilia
Echo de menos en la calle una sencilla inscripción que recuerde que en ella nació en 1853 el eminente médico y académico José Amo Serrano, que vivió ¡105 años! , del que se cuenta, como curiosidad, que fue el primer facultativo cordobés en poner una inyección, prodigioso avance acontecido en 1882 en el viejo Hospital de Agudos, hoy Facultad de Letras.
Los horizontes urbanos a ambos lados de Romero Barros están tocados por la monumentalidad . Por la calle San Fernando la cierra, al fondo, la fortaleza de los Herruzo, con sus almenas reconstruidas arañando el cielo, mientras que si miramos en dirección al Potro veremos la portada de la capilla del antiguo Hospital de la Caridad, restaurada amorosamente por la Junta en 2011, que reintegró el color al Crucificado que campea en el tímpano de la puerta, tras la reja neogótica, una maravilla. Y es que Córdoba está llena de hermosuras que suelen pasar desapercibidas por la mala costumbre de ir siempre deprisa , la maldita prisa, enemiga del deleite de los sentidos.