Qué plan
Las callejas de Córdoba: el alma de la ciudad
Un recorrido por más de una treintena de estos rincones cordobeses para conocer en profundidad los secretos históricos del casco urbano
La esencia de Córdoba reside en sus callejuelas, donde la historia y las leyendas se entrecruzan para descubrir una nueva ciudad a los ojos de los propios cordobeses y los visitantes.
Las callejuelas son testigos milenarios, que sobreviven como vestigios del urbanismo musulmán . En aquella época, las puertas de las viviendas no se abrían en las fachadas, sino al interior de estas callejas, que se cerraban al caer la noche con una verja. Pasajes privados que preservaban la intimidad de las viviendas, con escasas ventanas pero luminosos patios interiores, que se fueron dejando en desuso conforme cambiaba la mentalidad de los cordobeses y la estructura de los barrios.
Estos particulares rincones han sobrevivido hasta la actualidad, la mayoría desprovistos de uso y, en ocasiones, muy descuidados. En estas callejas, radican curiosidades como la distribución de los comercios artesanales de la época de la residencia de personajes ilustres y las leyendas que han pasado de boca en boca a lo largo de los siglos.
Forma parte de esta ruta, por ejemplo, la Calleja de los Rincones de Oro, según los dichos populares, fue bautizada así de manera satírica debido a las suciedad que acumulaba, aunque hay otras versiones que aseguran que el nombre se debe al hecho de que en esta calleja vivió el comercio de sedas más famoso del Califato, telas tan bellas y finas que solo se podían comprar con oro.
La Calleja de las Flores , convertida en un icono turístico de Córdoba y conocida como «Primera Calleja Barrera de la Calle de la Cárcel», conservaba hasta hace no mucho el portón de madera que la cerraba a cal y canto e impedía el acceso a quien no fuese habitante de alguna de las casas de la manzana.
Muchas de las callejas hablan también de los comercios cordobeses. Tras el incendio que sufrió el gran zoco de Córdoba en el siglo X, la actividad comercial se trasladó a la Medina. Así, los alrededores de la Mezquita están repletos de callejas que recibían nombres como «de la Zapatería vieja» por albergar a varios artesanos del calzado.
Pasajes de otra época
Las Siete Revueltas
Nobles, moriscos y mujeres longevas.
A lo largo de su trazado, que obliga al viandante a realizar siete giros, se reparten tres callejas cegadas que conducían a puertas falsas de casas nobles. También vivieron allí moriscos y las mujeres más longevas de Córdoba, que llegaron a vivir 115 años.
Los Arquillos
Las cabezas de los infantes de Lara.
La tradición ubica aquí el pasaje más trágico del cantar de gesta de los Siete Infantes de Lara, que acabaron decapitados y con sus cabezas colgando de cada uno de los arcos que la componen. Más allá de la leyenda, el enclave fue escenario de sucesos relacionados con la Inquisición.
El Cañaveral
La calleja del guadamacilero.
Por este nombre se conocía a la calleja del guadamacilero Juan Carrillo, que mantiene su trazado serpenteante que desemboca en una pequeña plazuela. Su nombre actual rinde homenaje a un célebre artesano del cuero, activo en Córdoba en el siglo XVII.
Calle Romero
Vértigo en las callejas blancas.
Tres callejas-barrera se extienden a lo largo de la calle Romero, en plena Judería. Estrechas, blancas de cal y adornadas con geranios y gitanillas, su angostura crea el espejismo de que sus paredes llegan a tocarse conforme se acercan al cielo.
La Hoguera
Restos de la ciudad islámica.
«Uno de los lugares más íntimos de la ciudad». Así describió el poeta Ricardo Molina la calle de la Hoguera, de la que parten dos pequeñas callejas islámicas. Ambas morían en un grupo de casas situado en el centro, cuyos patios se han convertido en plazas abiertas.
Pimentera
La vivienda de Antonio del Castillo.
Los historiadores no se ponen de acuerdo sobre si el nombre de esta calleja deriva del apellido Pimentel o si hace alusión al negocio de las especias, que estaba muy extendido en la zona. En una de las casas que se distribuyen por su trazado vivió el pintor Antonio del Castillo.