PASAR EL RATO
Una calle cualquiera
¿Qué daño le han hecho a Córdoba Cruz Conde, Cañero, Vallellano, Pemán? ¿En qué beneficia suprimir sus nombres?
Córdoba es la ciudad más avanzada de Occidente . Su inalcanzable desarrollo económico se estudia en todas las escuelas de negocios de Europa y América. Monotonía de vivir todos con todo resuelto. No cabe una fábrica más en nuestro suelo. Los empresarios hacen cola suplicando que les dejemos establecerse aquí. En Córdoba hay pleno empleo. Los índices de paro son ridículos , y se hinchan por humildad, para no hacer de menos a pueblos más desafortunados. Los pocos pobres que en las calles piden y duermen son figurantes, actores aficionados que el Ayuntamiento distribuye estratégicamente, para que los cordobeses no pierdan la perspectiva de la compasión y recuerden que son humanos, no obstante las múltiples perfecciones de la ciudad . Las putas tristes de polígono industrial han desaparecido. Ya no necesitan vender su carne cansada para poder comer. Nuestras multinacionales generosas las han empleado. Han comprado su alma a precio de cuerpo de pasarela. ¿Y la educación? Los escolares cordobeses ingresan en la Universidad habiendo leído a Kant y recitando de memoria los versos de Garcilaso. Las redes sociales hierven de pasión por las Humanidades . Somos el asombro de Oxford, de Harvard, de la Pompeu Fabra.
Gobernar una ciudad tan excepcional como Córdoba es fácil. Un niño podría hacerlo. De hecho, parece gobernada por niños . Uno se refiere, ya se habrá advertido, a la inocencia, la alegría y la espontaneidad de los que mandan. Ahítos de bienestar, los cordobeses sestean a la sombra de las instituciones. Y las instituciones sestean a la sombra de los cordobeses. Es difícil que la vida eterna pueda mejorar este paraíso en la tierra. Sin embargo, para un político diligente Córdoba resulta incómoda , porque no hay en ella nada que hacer. Se puede caer fácilmente en la apatía, un virus que ataca a derecha e izquierda del organismo. Para evitarlo, el ingenioso Ayuntamiento actual ha creado muchas comisiones. Una de las más entretenidas es la que llaman de la memoria histórica , dedicada a desenterrar el pasado para repintarlo con un pincelito socialdemócrata. Su trabajo consiste en una interpretación retroactiva de la realidad , como hace Puigdemont. Quiere quitar el nombre de algunas calles porque dice que huele a Franco. Los vecinos, los comerciantes y los paseantes no lo habían advertido. Qué sabrán ellos, que sí beben el vino de las tabernas. ¿ Qué daño le han hecho a Córdoba Cruz Conde, Cañero, Vallellano, Pemán ? ¿En qué beneficia a la ciudad suprimir sus nombres del callejero? La ley para cambiar los nombres de las calles le parece a uno rencorosa, pretenciosa y un poco cursi, como la personalidad de Rodríguez Zapatero, su inspirador. Si los quitanombres fueran capaces de hacer por Córdoba lo que hicieron Cruz Conde, Cañero y Vallellano, o de escribir como Pemán, no necesitarían perder el tiempo en tonterías.
Ella y él se conocieron en una cafetería de Cruz Conde . Pasearon su amor por Vallellano, donde vivía ella. Él era católico y sentimental, a pesar de su juventud. Le faltaba fealdad para alcanzar al marqués de Bradomín. A ella le gustaba más así, plebeyo y guapo. Por su amor pasó el tiempo, y por el tiempo pasó una comisión del Ayuntamiento. Cuando vinieron por unos días de la ciudad donde habían encontrado trabajo, las calles de su memoria tenían otro nombre . En el andén de la estación, ya de regreso, él le cantó a ella muy bajito, por soleares: «Tu calle ya no es tu calle, / que es una calle cualquiera, / camino de cualquier parte». Y se volvieron a Madrid, donde tampoco pintaban nada .