TRADICIONES
El caimán de todas las leyendas
Ramírez de Arellano afirma que vino de América; la voz popular que salió del río
![El caimán, junto a varios exvotos](https://s2.abcstatics.com/media/andalucia/2016/01/27/s/caiman-cordoba-fuensanta--620x349.jpg)
Para rastrear la historia del caimán de la Fuensanta hay que acudir en primera instancia a Teodomiro Ramírez de Arellano, que en su célebre «Paseos por Córdoba» señala que «fue traído de América junto a una costilla de una ballena, la concha o carapacho de una tortuga, una sierra del pez de este nombre y otras cuantas cosas remitidas como recuerdo por viajeros cordobeses».
Si el paseante escriba está acertado en muchos casos, en éste hay que poner en cuarentena sus apreciaciones. Los ciudadanos de a pie de calle lo llevan haciendo toda la vida. Porque las versiones sobre el origen del animal que cuelga de la parroquia del popular barrio cordobés son contrapuestas y en la mayoría de los casos chocan con la versión de Ramírez de Arellano.
Verisimilitud
La cuestión es ser consciente del grado de verisimilitud que se le da a cada leyenda. Y el caimán tiene muchas. La más aceptada es que el gran reptil vivía escondido entre sus cañaverales del río Guadalquivir, de modo que en cada crecida del caudal no dudaba en acercarse a las ciudad y con ello sembraba el terror entre los cordobeses, ya que según las voces más atrevidas del pueblo atacaba a sus víctimas desprevenidamente y se las tragaba de una pieza.
Según estas mismas voces, en la plácida vida del reptil se cruzaron dos amigos que solían salir juntos al campo, para cazar unas veces y para pescar en el Guadalquivir otras, casi siempre a un paraje cercano al Santuario de la Fuensanta. Uno de los amigos era cojo, y el otro era el cazador.
La leyenda continúa de la siguiente manera: «Un día Simón que era el cojo, se puso al mismo borde de la corriente y echo el anzuelo, de pronto oyó un lamento como de un niño, se levantó para ver de donde venía, pero no veía nada. Se fijó mejor y vio en medio del río y enganchado a su sedal un enorme pez que venía hacia él, nadaba despacito se le veían los ojos saltones y los fijaba en los suyos sin parpadear».
Algunas versiones aseguran que un panadero lo atrajo a la orilla con una hogaza
Y continúa: «Fue tan grande su miedo que solo tuvo tiempo de recular sobre sus tullidas piernas y tratar de defenderse con la muleta. Ya estaba muy cerca el horrible animal, cuando Simón pudo gritar y llamar a su amigo. Este llegó al momento hasta donde estaba el pobre cojo acosado y no se podía creer lo que estaba viendo... Un enorme lagarto que se acercaba a Simón, amenazador y con la clara intención de comérselo. Sin pensárselo mucho, el amigo cazador disparó dos tiros en la cabeza al caimán y murió en el acto».
Otras leyendas vinculan la historia del caimán con unos niños que jugaban en el río. Al encontránselo, los menores asustados acudieron a sus padres. Uno de ellos, dice el relato, era panadero y atrajo al reptil a la orilla con el cebo de una hogaza. Ya en tierra, los adultos dieron muerte al animal y, con posterioridad, lo colocaron en el Santuario de la Fuensanta.