El dedo en el ojo
Cada cosa en su sitio
La Mezquita no está lejos sino en su lugar. Quienes están perdidos son los que se han pasado siete pueblos con sus campañas
Quisiera hacer valer una vez más el sentido de aquella anécdota a la que ya me referí hace algunos años en estas mismas páginas de ABC . Dicen que el siglo pasado, muy seguramente en su primera mitad, un famoso torero cordobés se encontraba embarcado rumbo a México para celebrar allí algunas corridas. Habrán de disculpar mi ignorancia en estos asuntos y la omisión del nombre del diestro por esta causa, aunque en todo caso, esto resulta lo de menos. En algún momento de la larga travesía, estando el maestro acodado en cubierta tras varios días de navegación, se le acercó un subalterno y le espetó: «Maestro, anda que no está Córdoba lejos de aquí», a lo que este le respondió: «Nada de eso. Córdoba está en su sitio, ¡lo que está lejos es México porque Córdoba está donde tiene que estar!».
Son muchos los que siguen pensando que las cosas están muy lejos de uno mismo, como si fueran esas cosas las que se alejan y no uno mismo quien se distancia. Hace ya demasiado tiempo que la progresía patria insiste en vendernos que la realidad permanece alejada de nuestra referencia cuando es precisamente la realidad propia la que se aleja; a veces, en forma de delirio. Intentaré desentrañar este galimatías haciendo mención a una circunstancia que se viene dando en nuestra ciudad a cuenta del tan traído y llevado asunto de la Mezquita-Catedral .
La comisión municipal sobre dicho templo, creada en 2017 para asesorar al Consistorio en la elaboración de una estrategia para que el mismo tenga «carácter público» (o sea, para que deje ser propiedad de la Iglesia ) viene a concluir que la Iglesia lo ha desvirtuado (?). Sobre esta osadía, en forma de rabieta adolescente, cabe decir que nadie ha pedido opinión a esta comisión de «expertos» ni, de hecho, ha solicitado la creación de la misma, por cuanto a nadie le inquieta el objeto para el que fue creada, a nadie le importa una higa las conclusiones singulares a las que pueda llegar ni a nadie se le había planteado antes problema alguno con esta cuestión. A nadie excepto, claro está, a quienes andan alejados de la realidad y hacen de sus prejuicos ideológicos una forma bizarra de entender el mundo.
El presidente de este órgano, Federico Mayor Zaragoza , viene a afirmar que «hay que poner las cosas en su sitio, hay que dar marcha atrás: la Iglesia no puede seguir siendo la propietaria de ese edificio, sino que tiene que volver a ser público». El ínclito «pacifista» vino a hacer esta atrevida declaración (¿¡volver a ser público!?) en la entrevista que concedió a nuestro compañero Rafael Aguilar , entrevista que, según el responsable de prensa de la alcaldesa, no existió porque así él lo afirma. Y lo hizo a través de un grupo de WhatsApp , como los adolescentes desmienten a la puerta del instituto a través de sus celurares que a Jennifer no le gusta el Cristian .
No es que la Mezquita-Catedral le quite el sueño a nadie, ni que la posición de la misma, su gestión o su destino hayan variado sustancialmente en los útlimos tiempos. Es que estos sectarios se encuentran tan alejados de la realidad que miran a la misma con ojos extraños, estrábicos o alarmantemente miopes. Y además parecen dar la razón a aquellos extremistas que andan persiguiendo la recuperación del templo cristiano para otros fines oscuros; es lo que tiene esa letal alianza de civilizaciones con la que ellos comulgan ( laicamente , claro).
Dando sentido a la anécdota, la Mezquita no está lejos, es que estos se han pasado siete pueblos de la ubicación que siempre tuvo.