El Norte del Sur

Buscadlo entre los vivos

La resurrección no deja de ser un empeño cotidiano

Resucitado en Santa Marina Valerio Merino
Rafael Aguilar

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Lo escucho y lo leo machaconamente en las últimas horas: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?». La luz que entraba ayer por la mañana por los respiraderos de la parroquia de Santa Marina , huérfana, parecía tan firme y tan sólida como sus muros claros: vi a una señora mayor, sola, cana, torpe y sabia que con su andador estaba esquivándola, como si no quiera molestarla, como si quisiera dejarla en su sitio y que buscaba la sombra discreta.

Vi el incienso que no se arredraba ante el sol de la primera mañana de domingo de abril, que se resistía a salir afuera, a la plaza del Rector. Vi los velones encendidos, las flores blancas. Vi el silencio, escuché el rezo y a un hermano de la cofradía del Resucitado que estaba a mi lado le dieron un papel para que lo leyera a la hora de las peticiones. San Agustín, a esa hora, estaba cerrado, como la capilla de las monjas de clausura de la calle Mayor, la de la plegaria privada y la visita corta, ahí en la frontera de El Colodro . Quise entrar, pero no pude. Hace tres o cuatro días sí que estaba abierta la iglesia del convento que custodian como una fortaleza de fe las religiosas concepcionistas de Hinojosa del Duque, allí donde Córdoba empieza a perder su nombre.

Un rato antes había pedido un flamenquín y me pusieron duelos y quebrantos , «que es lo que típico de aquí, paisano», me riñeron. Había sido laborable esa mañana: por eso el hombre maduro que entró a la iglesia llevaba aún el mono de trabajo del campo y sus botas arrastraban terrones de barro; se quitó la gorra del uniforme y se hincó con su fuerza bruta en un banco junto a la reja adornada con un velo azul y a mí me pareció que durante los cinco minutos que estuvo con los ojos cerrados y con la cara entre sus manos ásperas de la labor había dejado de pertenecer a este mundo. Lo vi luego alejarse con un Land Rover hacia los límites del pueblo, allí donde una concha amarilla le enseña la ruta, la larga ruta, a los peregrinos del Camino de Santiago.

He llegado a casa y he leído que van a hacer un cómic del triatleta con ELA Miguel Ángel Roldán al que entrevistó hace una semana Aris Moreno. ‘Las aventuras de Supermíkel’. «Mi afán es que mi hijo sepa que su padre nunca dejó de luchar», declaró en el artículo. La resurrección es sobre todo un empeño cotidiano .

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