PRESENTACIÓN
Bulos en internet | «Los grupos yihadistas mienten en las redes para acrecentar el temor social»
Los profesores Manuel R. Torres y Carlos Echeverría presentan en Córdoba su libro «#Desinformación. Poder y manipulación en la era digital»
En agosto de 2017, un militante del Daesh, Muhammad Yassin Ahram Pérez, nacido en Córdoba, difundió un vídeo en redes sociales que desató las alarmas: amenazaba con recuperar Al-Andalus . La Junta Islámica calificó poco después como «un disparate» el mensaje vacío del terrorista que, no obstante, generó ansiedad y temor entre la opinión pública.
Este es, según el profesor del Ciencia Política de la Universidad Pablo de Olavide Manuel R. Torres Soriano, uno de los objetivos de los grupos yihadistas e islamistas radicales como fuentes de desinformación : utilizar las redes sociales, no solo como herramienta propagandística, sino también como medio para difundir mentiras dentro de su discurso que les reportan beneficios, como mejorar su imagen, desviar la atención de sus seguidores cuando hay problemas que afectan al grupo o, en este caso, generar miedo entre la opinión pública a la que se señala como enemigo. «Y lo hacen a través de amenazas vacías , de la exageración de sus propias capacidades o mediante la reivindicación de ataques en los que no tienen responsabilidad».
Torres Soriano y el subdirector del Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado, Carlos Echeverría , analizan el fenómeno de las noticias falsas y la denominada «propaganda participativa» en la era de internet en el libro «#Desinformación. Poder y manipulación en la era digital», que han presentado en el Círculo de la Amistad de Córdoba.
Según apunta Torres Soriano, la manipulación informativa no es nada nuevo. Sin embargo, lo que ha modificado el fenómeno ha sido llevarla a cabo a través de la web, «que le ha conferido un alcance y capacidad de cambiar la opinión pública como nunca hasta ahora. Internet no es solo una herramienta, sino que es el mecaniso que también transforma la manera en la que la persona interioriza la información », apunta. No se trata de receptores pasivos, sino que se implican en el mensaje, contribuyen a su difusión. «La capacidad de moldear las percepciones de esas personas es mucho mayor que otros medios del pasado», indica el coordinador del libro.
La capacidad de las noticias falsas y de estos contenidos manipulados no es tanto la de modificar la forma de pensar de una persona, sino la de ahondar las brechas que ya existen en el marco de una sociedad. «De hecho, la desinformación suele ser más potente en comunidades donde existe ya una fractura social; lo que hacen estos contenidos es parasitar y acrecentar estas divisiones, por lo que suponen un peligro para la propia convivencia en democracia », señala Torres Soriano.
«La desinformación es más potente en comunidades donde existe ya una fractura social»
Lo que en ocasiones explica que unos contenidos tengan más recorrido que otros es su capacidad de conectar con los prejuicios de la audiencia . Muchas de estas personas que creen y difunden estas informaciones falsas encuentran en esos contenidos la confirmación de algunas opiniones que ya tienen, pero que no desean manifestar de manera abierta, porque consideran que no son muy populares o les pueden acarrear un coste social. Sin embargo, al recibir estos contenidos experimentan una confirmación de que ellos están en lo cierto.
Pero, ¿las redes sociales no desarticulan antes esas informaciones falsas? Según el experto, esto no es así, ya que los usuarios seleccionan las fuentes de información que coinciden con su forma de pensar, por lo que muchos de los contenidos que demuestran el carácter falso de estas informaciones, en ocasiones, no llegan y, a veces, «son percibidos como una constatación más de que esos contenidos son ciertos».
Se da un fenómeno curioso: «muchos de esos contenidos manipulados, de esas mentiras, cuando más marginales son en su distribución, en ocasiones resultan más convincentes para determinadas audiencias. De ahí el cliché 'esto no lo encontrarás en los medios'», señala el profesor. También se pone en juego la idea de que los medios de comunicación tradicionales se encargan de ocultar, de manipular a la opinión pública, y que silencian algunas informaciones.
La degradación de los medios tradicionales
Entonces, ¿estamos indefensos ante la manipulación informativa? ¿Cómo luchar contra esa desinformación? Según Torres Soriano, «el primer paso es crear concienciación sobre el hecho de que esto es un problema real que tiene efecto en nuestras vidas y todos tienen que tenerlo en cuenta a la hora de consumir información. Ser conscientes de que hay actores interesados en utilizar estos mecanismos para conseguir sus objetivos».
Además, «creo que parte de la enorme repercusión que está teniendo la desinformación en la actualidad proviene de la crisis que padecen los medios de comunicación , que, paradójicamente, cuanto más se han degradado en cuanto a su capacidad (por la crisis económica, que los ha descapitalizado de personal), más ha debilitado la función que ejercen de filtros sobre la información que llega a la opinión pública».
En este sentido, «una forma de protegernos como sociedad ante esta desinformación es volver a poner en valor el papel de los medios de comunicación tradicionales. Los medios, en democracia, son un actor imprescindible . Y con unos medios débiles lo que se tiene, al final, es una democracia débil», concluye el profesor.