EL NORTE DEL SUR
El bucle melancólico
Poco hay de sensato en meter en el mismo saco a represores o asesinos que a gente que, simplemente, pasaba por allí
Memoria es una palabra hermosa que conviene cuidar para andar por el presente y para mirar al futuro con una perspectiva saludable y constructiva. Eso de que cualquier pasado fue mejor es sólo una frase hecha que queda bien en las canciones. Este país, y esta ciudad, vivieron años de terror y de crimen que merecen ser enterrados en algún sitio profundo al que nadie pueda volver a asomarse nada más que para aprender de los errores. Pero sucede que hay quien se empeña en mantener la cabeza torcida hacia los tiempos oscuros más con un ánimo de cruzada revanchista que con una voluntad de reparación real, que la ha habido, en la última década sobre todo, por más que quede por bastante hacer.
Javier Cercas , recientemente invitado por este periódico a una charla sobre su última novela, retrató muy bien en «El impostor» de qué manera la memoria histórica -relativa al Holocausto en el caso de ese texto- se puede convertir en una trampa melancólica que conduce en exclusiva hacia el ridículo. El riesgo del Ayuntamiento de Córdoba es justamente ése: meterse en un jardín en el que se va a encontrar con más espinas que rosas y todo para no saber cómo salir de él. El dictamen de la comisión municipal que pide el cambio de quince calles de la ciudad es un regalito (de Izquierda Unida ) para la alcaldesa, poco amiga de pisar en terrenos que no sean firmes, y que la obliga a validar (o no) una decisión tan sensata como la que propone el documento en relación, por ejemplo, a la calle Cruz Conde , que a lo que se ve hiere desde hace décadas la sensibilidad de los miles de cordobeses que pasan por ella a diario. La verdad es que no se explica uno cómo es que la gente lleva tanto tiempo caminando por allí sin haber caído en la cuenta de que la avenida ya peatonal es un insulto a las víctimas de la Guerra Civil.
Si en algo ha de basarse la reparación del daño a quienes sufrieron bajas o penurias durante la contienda de hace ochenta años y durante la etapa que la siguió es en el sentido común, y poco hay de cuerdo en querer meter en el mismo saco a los represores y a los asesinos que a la gente que pasaba por allí porque ésa fue la época que le tocó vivir. La deriva es peligrosa: el minucioso escrutinio del callejero con luz y taquígrafos sesgados si no sectarios puede llevar en breve a un bucle del que no va a haber quien se libre.
Que estén atentos, ojo, los vecinos de Ciudad Jardín , porque allí hay un parque estupendo que tiene el pequeño problema de que le da nombre un monarca emérito que fue designado por Franco como su sucesor. Y que anden con cuidado quienes vivan cerca de Vallellano , si es que esa avenida va a seguir llamándose así, porque delante de la Subdelegación del Gobierno hay una plaza que le rinde homenaje a un texto legal ciertamente discutido porque entre sus redactores se encontró un ministro del mismísimo dictador.