Rafael Aguilar - EL NORTE DEL SUR
El brindis de El Arenal
No será la mejor Feria, ni la más bonita, ni la más cuidada. Pero es la nuestra.
Entren y olvídense de todo. No será la mejor Feria, ni la más bonita, ni la más cuidada. Pero es la nuestra. Basta con que sea divertida, con que funcione su fuerza amnésica , con que de la portada, cuyo tamaño no sabe uno ya si sigue batiendo el récord mundial, hacia dentro todo de un poco igual . Disfrute de ese territorio en el que todos somos amigos aunque en realidad nadie conozca a nadie, tómese un copa con el vecino del quinto, con el presidente de la peña, con el taxista de la parada de al lado de casa, con la cajera del supermercado, con el cuñado del primo del compañero de su hijo en la academia de inglés, con el tesorero de su comunidad de vecinos y con el portero suplente del equipo de fútbol del niño.
Relájese, pídase una copa, dos si le parece y el cuerpo le hace saber que las quiere, porque se las merece. Suficiente ha aguantado ya. Las cosas que van en serio están como para tomárselas a broma. Para reírse por no llorar . No sabe uno adónde mirar. Es que dan ganas de cerrar los ojos y no abrirlos ya.
Así que contemple el paisaje, que es lo único cierto: el caballista con traje pardo que va a su paso por la calle Guadalquivir, esa gitana exuberante que espera la cola para montarse en la noria, el chiquillo que pregunta que dónde están los ponis , el abuelo que cruza el Puente del Arenal para unirse a la comida anual del centro cívico en la caseta del distrito, el desempleado entrañable que se inventa un cuento en casa antes de llevar a sus hijos a la calle del infierno para convencerlos de que con dos atracciones van más que aviados.
Ahí dentro, de la portada hacia la autovía, hay vida y a veces inteligente. Afuera, sin embargo, llevamos un rato ya largo diciéndonos que nos hemos fosilizado en la inquina , en la soberbia. Y a este paso no hay quien progrese. Ni el país ni el fulanito de turno. De modo que no le pidamos peras al olmo para una vez que nos ponemos de acuerdo, aunque sea para tocar juntos las palmas. No le pida a El Arenal más de lo que puede darle, que si lo piensa es mucho. No se preocupe si lo que ve no le gusta, que dentro de una semana ya no existirá porque todo será escombro y deshecho, polvo y ruina.
Qué fácil es a veces acabar con una ciudad, hacerla desaparecer aunque sea de madera barata y de tela gruesa, y cuánto cuesta sin embargo mover aunque sea un milímetro las inercias de las que sí que están levantadas sobre una base sólida, milenaria dicen los manuales.
Y brinde, brinde porque siga la fiesta, porque el año que viene nos veamos de nuevo bajo el mismo arco parejo al de la Mezquita , en la misma caseta y con la misma gente.
Salud.