Lucena
Una boda «terrorífica» para denunciar la situación del sector nupcial
Empresas lucentinas del sector realizan una «performance» para informar sobre la crisis en este modelo de negocio
El Covid-19 ha impedido este año el «sí, quiero» de multitud de parejas lucentinas o ha reducido notablemente todo elemento accesorio a las mismas, congelando la facturación de numerosos negocios que se dedican al sector nupcial.
De la unión nace la fuerza y en estos malos tiempos que corren para el sector profesional de las bodas en particular y de las celebraciones en general, esa afirmación adquiere categoría de dogma. Unirse en un proyecto común para decir que, pese a todo, los profesionales siguen ahí , esperando que amaine el temporal de la pandemia para retomar su trabajo y regalar momentos felices en forma de moda, peluquería, maquillaje, fotografía, vídeo, sonido o iluminación.
Con motivo del Día de Difuntos un grupo de empresas del sector , en su mayoría lucentinas, decidió reivindicarse y visibilizar sus trabajos de una forma original y terrorífica, recreando de forma colaborativa la distópica saga de películas de terror «The purge» , de James DeMonaco.
En la iniciativa han participado la planificadora de bodas Olivia Maraca como coordinadora de esta peculiar boda y la joven diseñadora de moda María Terrero, como responsable del estilismo y del diseño del vestido de la siniestra novia. Estíbaliz Márquez se ocupó de la peluquería y Sandra JC del maquillaje , fundamentales para la puesta en escena de esta historia de terror. Los fotógrafo s Carlos Lance y Sebastián Roldán «Sebaclete» inmortalizaron en fotos y vídeo un evento que tampoco habría sido igual sin la iluminación de la empresa Soniluc , la música de DJ Mai y la pirotecnia de Pirofantasía .
Todos ellos han construido esta peculiar boda temática de ficción, una performance realizada hace algo más de una semana en la zona de El Zarpazo, con la que han querido plasmar la difícil situación de este sector ante la pandemia y lanzar una llamada a la calma y a la tranquilidad, porque al final, más tarde o más temprano, la fiesta siempre continúa.
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