PERDONEN LAS MOLESTIAS
Basura interior
Sadeco ha tenido que reponer en los últimos cinco años más de mil contenedores quemados por sujetos que necesitan ayuda

La neuropsiquiatría resolverá algún día en qué lugar del encéfalo se activan las disfunciones neuronales del vandalismo urbano . Mientras tanto, Sadeco ha tenido que reponer en los últimos cinco años más de mil contenedores de residuos sólidos urbanos calcinados por obra ... y gracia de este tipo de pacientes. Decimos pacientes por usar un término digerible a estas horas de la mañana. Y porque solo la medicina psiquiátrica puede explicar qué empuja a un individuo a emplear su tiempo de ocio en incendiar mobiliario urbano con una meticulosidad de relojero.
En los dos últimos años, la quema de contenedores se ha intensificado de tal manera que la ratio alcanza ya casi uno diario. Es decir, mientras usted está leyendo este recorte de prensa con el café, alguien en algún lugar se acaba de meter un mechero en el bolsillo para dar rienda suelta a sus instintos primarios. En términos estadísticos, el dato resulta abrumador. En términos médicos, inquietante.
Cada contenedor tiene un precio unitario de 800 euros . Sin contar el gasto de desplazamiento de la Policía Local y la actuación del servicio contra incendios, en cinco años hemos destinado 800.000 euros de las arcas públicas a sufragar el jueguecito enfermizo de estos sujetos. Si de lo que se trata es de curar el ego desajustado de estas criaturas del señor, quizás se podría destinar esa suma de dinero en otro tipo de terapias que no pusieran en riesgo las viviendas de los vecinos ni su seguridad física. Es solo una idea.
El caso es que hemos integrado con naturalidad la quema diaria de contenedores de la basura como quien escucha cada mañana el goteo incesante de los audios de Villarejo. Cuatro contenedores incendiados anoche, dos grabaciones demodeloras del comisario esta mañana, etcétera. Y así, tacita a tacita, vamos pasando la vida como si tal cosa. Al fin y al cabo, la destrucción sistemática del mobiliario urbano se presupuesta cada año en las cuentas municipales del mismo modo que se consignan las obras menores y el mantenimiento de parques y jardines.
La neuropsiquiatría resolverá también algún día qué impulsa a un individuo a pintar cincuenta coches y quince viviendas en el barrio de Mirabueno con ofensas estrambóticas hasta el ridículo. « Pijos cabrones » y « mamonas » constituyen, por lo visto, el discurso programático de un sujeto (quizás más) que evacuó su ira desordenada en una ronda nocturna hace poco menos de una semana. No lo tendrán fácil los psiquiatras para descodificar la avería neuronal que ha provocado tamaño cortocircuito.
Mucho más difícil resultará desentrañar el gazpacho psicopolítico del ataque vandálico contra el patrimonio histórico que tuvo lugar dos días antes del «show» de Mirabueno. Las pintadas merecen un examen neurológico profundo. Por ejemplo: « Alquimistas freudomarxistas. Terrorismo racista hebreo ». O esta otra: «Freudomarxismo socialdemócrata=terrorismo hebrero». Como ven, la neuropsiquiatría moderna tiene mucho trabajo por delante.
No tenemos nada en contra de los desvaríos mentales de los alquimistas freudomarxistas. Otra cosa es que los liberen sobre el pretil del Puente Romano o contra el murallón de la Calahorra con pintura roja. Sobre todo porque para limpiarla hay que usar sistemas sofisticados de agua a presión y tratamiento químico que podrían dañar seriamente una piedra milenaria , para cuya rehabilitación el erario público ya empleó millones de euros hace algunos años.
No lo olvide, estimado contribuyente. A esta misma hora, un individuo se acaba de meter un mechero en el bolsillo para darse el gusto esta noche de contemplar las llamas azules de su basura interior . ¿Alguien va a hacer algo por evitarlo?
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