Educación
El barrio de Las Palmeras de Córdoba también saca buenas notas
Seis jóvenes disfrutan de un programa de La Caixa y la UCO para ayudarles en sus estudios
Judith Molina , una estudiante de 21 años que aspira a completar su ciclo superior para poder entrar en la Universidad y terminar de formarse, no tiene problemas en que se escriba el nombre de su barrio. Sabe que hay mujeres vecinas suyas que trabajan en el servicio doméstico en otros lugares de Córdoba y que ocultan dónde viven, pero ella no tiene la menor intención: es de Las Palmeras y está contenta de serlo.
Antonio Ortiz , compañero suyo, incluso dice que se siente orgulloso de ello. Son dos de los seis jóvenes que han conseguido becas del Proyecto de Intervención Socioeducativa Integral , que desarrollan la obra social La Caixa y la Universidad de Córdoba .
Gracias a estas ayudas ha podido estudiar lo que quiere y como quiere, y en un centro que para su familia supondría un esfuerzo económico: el Centro de Enseñanzas Ramón y Cajal . Allí estudia el grado superior de Integración Social, que ha concluido con muy buenas notas. En septiembre comenzará el último curso y sueña con estudiar Educación Social o Educación Especial en la Universidad de Córdoba .
Judith Molina va a completar su Grado Superior para hacer luego Educación Especial
Está muy contenta con la experiencia y ha completado la formación teórica impartida en el centro de enseñanza con la práctica, porque la suya es formación dual. Lo ha hecho en el colegio María Montessori , un centro de educación especial que atiende a personas con discapacidad intelectual, aunque esto último se ha visto truncado por el coronavirus, que obligó a suspender la atención presencial. «Me gustan mucho los temas sociales, y sobre todo la atención a la discapacidad», afirma la joven, que después de terminar sueña con acceder a la Universidad y hacer Educación Social o Especial. Eso sí, «no por la rama de Magisterio », para así evitar las Matemáticas, que es una asignagtura con la que, como tantos jóvenes, no tiene demasiada buena relación.
Su familia, como ella, está encantada con la ayuda y con la forma en que la está rentabilizando, ya que tiene que ser el pasaporte para un futuro profesional autónomo. No tiene problema con ser de las Palmeras, insiste en ello, y tiene la prueba en algo que la llena de orgullo. Los padres de una niña de diez años, alumna del colegio de Educación Especial Virgen de la Esperanza , la llamaron expresamente para que cuidara de la pequeña, porque habían visto su forma de trabajar.
La atención a la dependencia y la integración es la rama por la que han seguido cinco de los seis jóvenes de Las Palmeras que se han beneficiado de las ayudas de este programa. Es algo que han visto en su entorno inmediato.
Antonio Ortiz ha estudiado este año el Grado Medio de Dependencia , en el centro Juan Pérez Marín , de la Fundación Promi, ubicado en el campus universitario de Rabanales . Este era el único inconveniente de su formación, por lo demás muy buena, ya que tenía que coger dos autobuses desde su casa para poder estar en clase. Todo lo demás ha ido bien, incluidos los docentes, que se han comportado «más como amigos que como profesores».
Antonio sueña con ser integrador social, porque es algo que ha hecho en su barrio, en el centro de día. La frase con que lo resume no tiene que ver con el dinero o el estatus: «Me gusta ayudar». Lo ha hecho con la organización Red21 , de forma voluntaria. «Y si no puedo entrar, seguiré colaborando igualmente», afirma.
Antonio Ortiz quiere ser integrador social y, como su compañera, no esconde su presencia
También su entorno le ha apoyado, muy en especial su hermano mayor , que se quedó con la espina de no haber podido estudiar y que ahora quiere que él no desaproveche la oportunidad. «Me insistía en que estudiara y si no estaba haciendo nada, también me ponía a hacer tareas », relata. Ambos cuentan que sólo distinguen entre dos tipos de personas: «Los que sí quieren salir y los que no», y por eso no entienden necesariamente marcharse del barrio, porque ninguno de los dos esconde el origen, sino ponerse a trabajar y tener autonomía personal .
Es algo, reconocen, que no se limita a ellos, sino que también se extiende a sus círculos de amigos , que se influyen mutuamente en su afán por continuar formándose. De ver unos y otros cómo estudian se toma el ejemplo de continuar por el mismo camino.
El programa se ha hecho realidad gracias al trabajo con la asociación de vecinos de Unión y Esperanza de Las Palmeras, que hace tiempo que trabaja por buscar una salida a los jóvenes que quieren formarse y educarse. Su presidente es Luis Maya , que recuerda que este es un programa «que viene de largo», y que busca solucionar un problema fundamental de esta zona de Córdoba: «Hay pocos jóvenes con estudios y carreras».
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