Jesús Cabrera - EL MOLINO DE LOS CIEGOS

UN BAÑO DE SENTIDO COMÚN

La alcaldesa ha disfrutado de los símbolos religiosos de las sedes municipales de Sevilla y Málaga

Jesús Cabrera

Cuando se asume un riesgo y se te vuelve en contra, lo mejor es rectificar. Hoy podemos gozar de un magnífico aspecto del San Rafael de Antonio del Castillo gracias a que se dio marcha atrás a la intención de sacarlo del Ayuntamiento, donde lleva casi 400 años, y se compensó con una restauración que se agradece de corazón. Las relaciones de la parte mayoritaria del gobierno municipal con los cofrades cordobeses están recompuestas gracias a una foto en San Andrés que agrió la digestión a quienes no admiten la pluralidad y andan todo el día con el resentimiento a flor de piel.

De verdad que aburre y cansa estar tan a menudo con el mismo asunto, pero en esta ocasión el tema de este artículo nos lo sirven en bandeja. Me refiero a las visitas que ha realizado la alcaldesa, Isabel Ambrosio, a sus homólogos de Málaga y Sevilla para afianzar las relaciones entre las tres primeras capitales de Andalucía. La regidora ha pisado con pocos días de diferencia los despachos de Juan Espadas y de Francisco de la Torre, lo que supone estar en la parte más noble de ambos ayuntamientos.

Por esto, no tiene nada de raro que Ambrosio pisara mullidas alfombras antes de saludar al alcalde malagueño y se sentara junto a él en un tresillo con aspecto de incómodo. La alcaldesa defendió la necesidad de que Córdoba se coja de la mano junto a las otras ciudades y a lo mejor no se percató de lo que tenía sobre su cabeza: un tríptico con la Virgen de la Victoria escoltada por las imágenes de los santos Ciriaco y Paula, los patronos de la capital de la Costa del Sol. Todo un elemento «ofensivo para las otras religiones, propio del nacionalcatolicismo y que nos remite a las épocas más oscuras de nuestra historia», como a buen seguro repetirían de carrerilla sus socios de gobierno en un alarde de rigor y de lucidez. La explicación a este despropósito está en que el alcalde de Málaga es del PP. Ah, claro, así sí.

Pero es que en Sevilla sucedió tres cuartos de lo mismo. Mullida alfombra y una zona noble cargada de un patrimonio religioso que nadie ha osado tocar: una «Inmaculada» de Zurbarán y una «Imposición de la casulla a San Ildefonso» del mismísimo Velázquez, entre otros muchos, como los óleos de San Leandro y San Isidoro ante los que comparecieron para la prensa. Durante la reunión, Ambrosio mantuvo su encuentro con Juan Espadas en un sofá que a todas luces es más cómodo que el malagueño y que a su izquierda, cerca de un monumental lienzo de la multiplicación de los panes y los peces, tiene una magnífica mesa de estilo portugués sobre la que hay una imagen en plata de la Virgen de la Hiniesta. ¿Cómo? Lo que está usted leyendo, la misma imagen que cada año entrega con toda solemnidad el regidor hispalense para que presida un paso de Virgen en la Semana Santa. Mientras bajaba las escaleras se preguntaría, seguro, cómo era posible que permitiera tanto «símbolo religioso» un alcalde del PSOE, su mismo partido, sin que hubiera cedido a los envites y presiones de algún grupo minoritario. A lo mejor es que Espadas, muy hábil él, no se ha dejado engañar con que el laicismo es lo mismo que la aconfesionalidad; es decir, que la neutralidad es igual a la beligerancia.

Una vez que se ordena retirar un crucifijo ya no hay marcha atrás sin riesgo de hacer el ridículo y cualquier día de estos descubren las feministas que Pablo Ruiz Picasso maltrató a sus mujeres y Ambrosio tendrá que ordenar que quiten de su despacho las láminas del genial pintor malagueño.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación