HISTORIA DE CÓRDOBA

Bandoleros cordobeses | Pacheco, el bandido abatido a tiros ante la iglesia de La Trinidad

El popular salteador ha pasado a los anales por su papel en el alzamiento revolucionario de 1868 en la capital cordobesa

Dos bandoleros retándose con navajas ABC

D.D.

Salteadores, bandidos; convertidos en héroes populares por unos, y denostados por otros. La historia del bandolerismo en Córdoba la conforman los normbres de figuras que han pasado a los anales bien por su historial delictivo, o por protagonizar otra serie de «hazañas» que les confirieron gran fama.

La «Crónica negra de la historia de Córdoba. Antología del crimen» , del exmagistrado de la Audiencia Provincial de Córdoba Antonio Puebla Povedano y el comadante de artillería en la reserva José Cruz Gutiérrez, recoge algunas de las historias de estos ladrones de caminos, como la de José Tirado «Pacheco», temido y admirado a partes iguales en Córdoba durante la segunda mitad del siglo XIX.

Era natural de Écija, pero pronto se afincó en la capital cordobesa, donde gozó de una gran fama de bandido y de hampón. A partir de ahí comenzó su progresión delictiva en la que nunca llegó a ser un famoso bandolero. Su campo de operaciones era, normalmente, la ciudad y algún que otro movimiento en lo rural. Exigía pagos a los agricultores y cortijos, pero, si tenía oportunidad, bajaba a Córdoba disfrazado , a veces, de sacerdote, para robar en las residencias más pudientes de la zona.

Su nombre ha pasado a los anales de la historia por su pintoresco final. Corría septiembre de 1868. El Pronunciamiento liberal tuvo lugar el día 20 y se preparaba la inevitable y no menos famosa batalla de Alcolea .

«El día 21, a primeras horas de la mañana, la ciudad se despertó con el sonido de tambores, trompetas y toda la baranga del Batallón de Cazadores de Simancas que, al mando del general Caballero de Rodas , hacía su entrada en Córdoba», apunta el libro. Pero cuando la algarabía se fue apagando, una turba de gente se agrupaba detrás de Pacheco, que lanzaba proclamas por la República.

Muerte y fama del bandido

Esta manifestación se detuvo en la plaza de la Trinidad , frente al palacio del Duque de Hornachuelos, responsable político de la provincia. Pacheco se bajó de su caballo y le entregó a los criados del duque un escrito en el que le solicitaba el indulto a cambio de pelear en la batalla con sus gentes.

El general ordenó que citaran a Pacheco al día siguiente. Así lo hizo, convencido ya del indulto, pero, por contra, se encontró con la muerte, ya que el general había dado órdenes para que se abatiese al bandolero .

La fama del bandolero fue tal que el protagonista de «La feria de los discretos», de Pío Baroja , lo conoce. El autor describe al salteador como «un tipo rubio, pálido, con los ojos azules y las manos finas, blancas y bien cuidadas».

Por su parte, el pintor Julio Romero de Torres conservó en su estudio una pistola y una foto del bandolero, y tenía de mascota a un galgo de color negro con nombre Pacheco, en honor de este bandido.

El poeta Pablo García Baena sostenía que Federico García Lorca supo de Pacheco gracias a la obra de Baroja y que este personaje le inspiró la famosa «Canción del jinete».

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