JESÚS CABRERA - EL MOLINO DE LOS CIEGOS

El Banco de Alimentos

El éxito de la ONG es la garantía de lo que hace, a la vista de todos por encima de la política menor

Buena parte de la clase política actual ha respirado tranquila este fin de semana al ver que era la propia sociedad la que le sacaba las castañas del fuego, lo que demuestra que cuando la población, de forma tan silenciosa como eficaz, se pone a trabajar se logran más resultados que en esos tuits grandilocuentes o en esas declaraciones que no pasan de ser un sonoro titular que se desvanece con la rapidez del humo.

La mejor de las lecciones la ha dado este fin de semana el Banco de Alimentos con su tercera gran recogida que, en el caso de Córdoba, ha repartido más de 3.000 voluntarios que, embutidos en sus petos y con una permanente sonrisa, han solicitado de los cordobeses una colaboración en la que no había que insistir. Ésta es la diferencia entre el Banco de Alimentos y algunas de las ONG que te abordan en la calle Cruz Conde, carpeta en ristre, y que sin el menor pudor ponen en cuestión tu capacidad solidaria.

¿Por qué los cordobeses se vuelcan con el Banco de Alimentos? Pues es muy sencillo, simplemente porque el resultado del trabajo del Banco de Alimentos está a la vista de todos. Somos testigos de su garantía, como lo somos de la de Cáritas y de otras muchas organizaciones, fundamentalmente eclesiales, que en los últimos años han dado una respuesta rápida y eficaz mientras la clase política perdía el tiempo en una retórica que, como se ha podido comprobar, no ha llevado a ningún sitio.

Mientras tanto, el Banco de Alimentos sabía con certeza meridiana que donde tenía su principal activo era en los cordobeses, en esas personas anónimas que el pasado fin de semana llenaron los carros de la compra pensando simplemente en que ese paquete de legumbres o esa botella de aceite irá a parar a quien realmente lo necesita. Quienes han colaborado en esta campaña no se han visto alentados con el reto de superar las más de 300 toneladas recogidas el pasado año, ni mucho menos, sino porque quien pide la ayuda cuenta con toda nuestra confianza.

Por todo esto, cuesta trabajo entender el comportamiento del cogobierno municipal cuando el pasado mes de septiembre anunciaba a bombo y platillo un grandilocuente plan municipal de rescate del que nunca más se supo. O han desaparecido las razones que lo inspiraron, que lo dudo, o esperan que nos olvidemos de él. La conclusión más sensata que cualquiera podía alcanzar a la vista del mismo era que tanto IU como PSOE viven de espaldas a la realidad de la ciudad, que desconocen muchos aspectos del día a día de Córdoba, que no saben que ya hay colectivos que realizan con la máxima credibilidad un cometido que no hay porqué usurpar. Aquella frase que afirmaba que había que «replantearse la política de bancos de alimentos (sic) intentando sustituir las políticas asistenciales que se llevan a cabo a través de los mismos por políticas encaminadas a la dignificación de las personas» puso los pelos de punta a todo el que lo leyó, al ver que en el punto de mira entraba también Cáritas o el comedor de los trinitarios, entre otros.

Este planteamiento más que una propuesta de futuro es un retrato del pasado y del presente, que nos muestra con una fidelidad fotográfica a quienes no tienen ni puñetera idea de cómo funciona el Banco de Alimentos, al que demonizan sin el más mínimo pudor. El plan sigue en el cajón, afortunadamente, y si algún día sale a la luz lo más seguro es que este aspecto haya desaparecido. En caso contrario, ¿qué resultado se alcanzaría con una Gran Recogida de Alimentos organizada por PSOE e IU?

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