Primera Plana
El verano más raro
He conseguido desconectar todos los estíos; salvo en este último, porque es imposible zafarse del omnipresente covid

Esta semana he terminado mis vacaciones , periodo en el que uno de mis grandes objetivos es oxigenar el cerebro de la frenética actualidad que siempre asfixia a un periodista . Para lograrlo, durante esas semanas de asueto, bato el récord del mundo ... de lanzamiento de teléfono móvil; enjaulo al pájaro de Twitter o me entrego a la lectura... Y he conseguido desconectar todos los años, salvo éste, porque el presente es el verano más raro. En él, es imposible zafarse del coronavirus. El covid-19 es omnipresente también en nuestros días de descanso: cuando esperas a que te limpien la mesa para sentarte a desayunar; cuando la dependienta de la tienda, a la que vas a rebuscar en las rebajas, te recuerda que no te has echado el gel hidroalcohólico al entrar en su comercio; cuando tienes que reservar cita para volver a disfrutar del Alcázar; cuando el único turista alemán que debe haber en Córdoba se pone a vocear por el móvil sin la mascarilla en la mesa de al lado mientras te estás tomando una tapa que se te atraganta pensando en un posible contagio... La pandemia ha estado tan presente en mi veraneo -imagino que igual que en el suyo, lector- que a punto estuve de sacarle un billete al bicho en el tren que me llevó a una escapada a Cádiz la última semana de julio.
En la playa de la Caleta , lo confieso, los ojillos se me iban a la pantalla del teléfono para ver cómo evolucionaban los brotes de la epidemia en Córdoba y el resto de España. Mis vacaciones se acabaron y este lunes regresé a mi mesa, a estudiar con detenimiento los partes, como si los de una guerra fueran, de evolución del coronavirus , que aquí nos reconquista terreno, aunque no avanza con la contundencia y crueldad con las que llegó a hacerlo a las pocas semanas de que la enfermedad desembarcara en nuestra tierra.
Las noticias preocupantes no sólo llegan del frente sanitario . Este martes, conocíamos que en julio el paro perdió posiciones, pero la contienda la sigue ganando la crisis. Baste recordar que hay 15.970 cordobeses más prisioneros del desempleo que hace un año, lo que supone un aumento del 23%. El servicio de estudios de Unicaja, además, acaba de hacer una radiografía de cómo la recesión cargará por tierra, mar y aire contra nuestra economía, descargando toda su brutal potencia de fuego: prevé que en 2020 el PIB de la provincia baje entre el 9,4% y el 12,2%.
Todos los datos nos llevan a pensar que nos quedan muchas batallas por librar contra el covid-19 . Y más allá de lo que las Administraciones hagan para derrotar a la pandemia, los soldados rasos de la ciudadanía también tenemos que guerrear con nuestras armas: distancia social, gel hidroalcohólico, mascarilla o lavado de manos hasta que las huellas dactilares se nos borren. Eso es lo que nos toca hasta que nuestro arsenal contra la epidemia se refuerce con la vacuna y por fin podamos desconectar del coronavirus de una vez por todas.
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