PRIMERA PLANA

Sintecho: te puede pasar a ti

Tuvieron sueños e ilusiones, hasta que la vida les noqueó con sus puñetazos y les mandó a un suelo donde aún duermen

Un voluntario de Cruz Roja de Córdoba lleva una bebida a una mujer sin techo ÁLVARO CARMONA
Baltasar López

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Un excelente y duro reportaje publicado este lunes en ABC Córdoba nos desvió la vista a un punto de la sociedad al que es muy fácil sentir la tentación de no mirar: el drama de las personas sin hogar . De la mano de los voluntarios de la Cruz Roja , que prestan ayuda por las noches a este colectivo, volvimos a constatar que lo de que el raso se convierta en tu techo le puede pasar a cualquiera . Porque por las líneas redactadas por Estrella Serna y las fotos hechas por Álvaro Carmona deambulaban lo mismo una joven que dormía en plena Ronda de los Tejares como un anciano rumano que iba a conciliar el sueño en el entorno de la Ciudad de la Justicia, en una brutal paradoja ya que injusto, en grado superlativo, es que alguien cuando cae el sol no tenga cuatro paredes entre las que descansar.

Es cierto que en ocasiones rechazan el alojamiento y el apoyo que se les ofrece. Pero la psicóloga y responsable del programa de Atención a Personas Sin Hogar de esta oenegé, Isabel Lozano, nos ayudaba a comprender una decisión que, desde el confort de nuestras viviendas, nos puede parecer descabellada . Argumentaba que, para quienes llevan años haciendo de la calle su casa sin horarios ni normas, en soledad y sufriendo trastornos mentales o adicciones —o ambas—, es «difícil» seguir reglas y dejarse ayudar.

La ruta de Cruz Roja continuaba por las páginas de ABC y se detuvo en la historia de Mario . La empresa familiar quebró y él se vio en la calle con su madre enferma de un día para otro —ella ingresó en una residencia—, pero él sigue acostándose en un colchón de asfalto, a la espera de que, cuenta, le pueda llegar el Ingreso Mínimo Vital. Y al leer su historia me acordé de una frase del boxeador Mike Tyson, que era algo así como: «Todo el mundo tiene un plan hasta que le golpean en la cara». Esas personas que hoy duermen en la calle seguro que también tenían sueños e ilusiones y una estrategia para alcanzarlos, hasta que la vida, sin comerlo ni beberlo o por errores propios (o por ambas cosas), les noqueó con sus puñetazos que pueden ser demoledores. Les mandó a un suelo del que no pudieron levantarse y en el que aún pasan las noches.

Es encomiable el trabajo de los voluntarios de esta oenegé llevándoles comida y cobijándoles del frío con mantas y sacos de dormir, pero también con palabras cálidas que surgen del motor de la solidaridad: ayudar al que nada tiene. Pero no basta con eso . Es necesario un trabajo más intenso de las Administraciones con los sintecho . Y esa labor pública también debe ser preventiva, porque la crisis nos está azotando como la borrasca Filomena lo ha hecho con Madrid —no sé si habrán enterado, lectores de provincias, por las televisiones nacionales de que ha nevado en la capital del país (ironía «on»)—. La falta de un trabajo , si se cronifica, puede llevar a la exclusión social que, para los casos más graves, es la puerta por la que algunas personas entran a un hogar infernal sin paredes , donde la cama es de baldosas o tierra y la lámpara de noche son las estrellas .

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