PRIMERA PLANA
Semana Santa inolvidable
Que sea la última que recordemos por el Covid. Que la de 2022 sea imborrable por la vuelta de procesiones, bullas y turismo
Pasear el Domingo de Ramos por la mañana por el entorno de la Mezquita-Catedral me provocó una sensación de extrañeza , que se me disparó cuando los altavoces de un restaurante se arrancaron con los sones de una marcha. Era la banda sonora de un vacío gigantesco , porque a esas horas la carrera oficial y las bullas debían estar de estreno . Pero lo que inauguramos fue una Semana Santa distinta , con el calvario, por segundo año consecutivo, de no tener los pasos en las calles, pero con el alivio de poder acudir a las iglesias al encuentro con los titulares de las hermandades. Las procesiones de cordobeses ante los templos esa jornada evidenciaron que había ganas de la Semana de Pasión y de que resucite la vida que teníamos antes del Covid.
El hecho de que este año se hayan podido celebrar actos en las iglesias en estas fechas es un triunfo sobre el coronavirus . No es el que hubiéramos querido, porque el que anhelábamos era uno que nos hubiera permitido estar ante San Lorenzo para ver salir a la Borriquita. Pese a ello, esta Semana Santa bajo techo pregona una victoria relevante sobre la epidemia . Porque sólo hay que recordar dolorosamente cómo el Covid en 2020 le echó la llave a los templos y las calles en unas jornadas tan señaladas, con aquel confinamiento que nos obligó a replegarnos para empezar a ganarle al bicho. Con esos pensamientos teñidos de algo de optimismo se me apagó el Domingo de Ramos.
El Lunes Santo volví a dirigir mis pasos hacia la Mezquita-Catedral , aunque en esta ocasión para visitarla, gracias a la acertada decisión del Cabildo de reabrirla en este ciclo festivo para intentar atraer personas hacia la Judería. Busca así ayudar a sus negocios que agonizan infectados por el coronavirus que nos ha infartado el turismo. Deambular a eso de las diez de la mañana por el histórico templo casi en soledad es una estampa inédita que te deja un sabor agridulce en el cerebro. Porque, para un amante del arte y la historia, tener para ti una joya arquitectónica como ésta casi en exclusiva es una delicia. Pero esa tentación egoísta se torna amargor insoportable cuando rememoras que gozar de este monumento casi en exclusiva se debe a que no hay viajeros . Y eso para muchos cordobeses es un vía crucis económico, que va por un año y que aún no se sabe cuándo terminará.
La vacunación, que no va al ritmo necesario, es la esperanza de que el turismo pueda protagonizar la levantá definitiva con la que se encamine hacia la recuperación. Hasta que el proceso de inmunización permita el regreso de una parte importante de los visitantes , hoteles, hostales o guías seguirán viendo cómo el Covid flagela sus ingresos . Ojalá, la de 2021 haya sido la última Semana Santa inolvidable por culpa de la pandemia y la de 2022 se convierta en imborrable en nuestras mentes por el regreso de las procesiones, las bullas y el turismo.
Noticias relacionadas