Primera plana
Naves de colecor: no hay «happy end»
Ni la multa de 20 millones se cobró ni se ha tirado nada de ellas. Es uno de los episodios más vergonzosos de Córdoba
Tres lustros han pasado ya desde que ABC , primero en exclusiva en nuestro periódico, y otros medios empezaron a emitir el culebrón «Las naves de Colecor» . La trama principal pivotaba sobre un escándalo de proporciones tan descomunales como los 60.000 metros cuadrados de almacenes que acometió sin licencia R afael Gómez . En aquellos primeros episodios frenéticos, el entonces todopoderoso empresario levantaba esa enorme construcción sin nocturnidad y con alevosía , mientras que la otra gran protagonista, la que era en aquel momento alcaldesa por IU, Rosa Aguilar , hacía como que hacía algo para detener las obras. Hasta dos veces transmitió a la prensa que iba a parar los trabajos en la vieja central lechera, pero no pasó.
«Sandokán» pudo terminar lo que iba a ser un complejo logístico para material de Arenal 2000 , su constructora, pero, en uno de esos tirabuzones de guion que abundan en esta historia, acabó convertido en un gigantesco bazar de productos traídos de China . En uno de los capítulos más memorables, la regidora intentaba salvar su imagen anunciando que imponía a Gómez la «multa más grande de Europa» por hacer las naves sin permiso municipal. De la sanción, no se han ingresado ni los «sansones machacaos [traducido para «millennials», chapas de botellas]» con los que el emprendedor de Cañero dijo que iba a abonarla.
El mismo rotundo fracaso tuvo el Ayuntamiento de Aguilar con su idea de que los almacenes tampoco suponían un gran problema porque se podían legalizar. En 2006 , su gobierno municipal de IU y el PP intentaron regularizarlos derribando sólo 2.000 metros cuadrados. En 2012, el Consistorio , ya dirigido por los populares, con el apoyo de todos los grupos —incluido el del partido que creó Gómez, UCOR — volvió a tratar de legalizarlos, tirando 15.000 metros cuadrados. La Junta , entonces socialista, llevó ambos planes municipales a la Justicia que ya advirtió en 2017 que ni lo construido puede ser un centro logístico ni una gran tienda —el uso permitido es el de almacenamiento de productos agrícolas— ni la demolición se puede quedar en lo planteado por Capitulares .
Ese episodio legal ha sido el último emitido en este culebrón, en el que sus grandes protagonistas han pasado a tercer plano, aunque no por este escándalo. Aguilar , que, tras él, llegó a ser consejera y ministra, hoy es parlamentaria tras equivocarse de bando en el PSOE y alinearse con los « susanistas ». Y el empresario vio desmoronarse su emporio y llegó a pisar la cárcel por delitos contra la Hacienda Pública . Pero lo más grave es que no ha habido «happy end» para la ciudad. Como se ha reseñado, la «multa más grande de Europa» fue el mayor fiasco recaudatorio del continente. Y, de las naves, no se ha tirado ni un metro cuadrado, con lo que siguen siendo un monumento dedicado a uno de los episodios más vergonzosos de nuestra historia reciente.
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