El estilita
Balance sanchista
El presidente del Gobierno quiere sustituir al Rey como jefe de Estado de una república
Lo ha advertido don Teodoro , que es el nuevo vigía de la derecha, si bien todos nos habiamos dado cuenta, pero lo atribuíamos a una inocentada. Sánchez nos va a aplicar el 155 . En realidad ha tiempo que deseaba aplicárselo a Susana, por detrás; ahora tendría que aplicarlo por delante a los demás, lo cual es mucho más complicado. Lo cierto es que ha amenazado explícitamente a Andalucía con intervenirla si hace cosa diferente a lo que él entiende que conviene a una autonomía, que debe ser alejarse lo más posible del Estado, o sea, lo que hace Cataluña, con cuyo apoyo gobierna.
Sánchez es más centrífugo que centrípeto porque piensa que a río revuelto ganancia suya, que es pescador y sinvergüenza como pocos. Sánchez teme ahora a Andalucía más que a Cataluña, del mismo modo que teme más a Vox, al PP y a Ciudadanos, por este orden, que a los independentistas, filoetarras y antisistema, que son sus dudosos aliados parlamentarios, porque cree, iluso de él, que le comen en la mano y porque supone incluso que no tienen otra opción mejor que su liderazgo para destruir a España y para conformarse, eso sí, con hacerlo poco a poco. Por eso Sánchez es el más peligroso de todos ellos, por ser el más tonto, o quizá el más fatuo. Se imagina de verdad dirigiendo una revolución controlada mediante el desmatelamiento del Estado que la propia Constitución permite.
Aquí reside el atractivo de Vox : en que se ha dado cuenta de lo que casi todos los españoles habíamos percibido pero no éramos capaces de expresar políticamente. La Constitución es una bomba de espoleta retardada que incluye en su artículo 2, no ya la reforma arbitraria, sino también la autodestrucción. Sánchez lo sabe y ha inventado el Estado plurinacional, al que da pie ese artículo, porque se lo ha sugerido Carmen Calvo, deducido de su infame doctorado. «Usted no solo no sabe Derecho Constitucional, usted no sabe Derecho» . Estas fueron las palabras que, según me refieren, le dedicó el presidente del tribunal a la doctoranda al cabo de la lectura de su tesis. De aquellos polvos estos lodos. La tenemos de vicepresidenta y lidiando empoderada sobre la organización territorial de la nación con esa suprema desenvoltura que epató a sus profesores y que le deparó un misérrimo aprobado estrictamente vergonzante para los que supuestamente no tuvieron otra opción que dárselo. Encontró entonces a un guaperas ambicioso, cuyo doctorado era tan malo como el suyo, pero «cum laude» , lo cual indicaba que era más listo que ella, y a él unió su destino. Sánchez se ha hecho un hombre en su compañía. Y se siente fuerte para cargarse la Constitución y al cabo al Rey, que es lo que más le interesa. Y así poder ser al cabo investido presidente de la república, esa república federal imposible con formato de confederal improbable, pergeñada por esta paisana con cara de Maléfica irredenta, que es la que la vejez y la insatisfacción le han deparado. Por cierto, a Begoña, que tiene cara de princesa con cuello duro, se le nota que sería feliz sustituyendo a doña Letizia como primera dama.
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