Luis Miranda - VERSO SUELTO
La aventura gráfica de los Patios
La fiesta se ahoga mientras los árboles de las cabezas y los móviles no dejan ver el patio
En mis tiempos, cuando ni se soñaba que los videojuegos tuviesen la calidad visual de una buena película, existía una cosa que se llamaban las aventuras gráficas , que eran mucho más difíciles que matar a seres monstruosos o enfrentarse a temibles mercenarios, porque lo ponían a uno ante la encrucijada de decidir y enfrentarse a las consecuencias . Según el camino que se tomase en una pantalla, el héroe se dirigía a un desastre, tenía tiempo de rectificar o ganaba la partida, pero no se daba cuenta antes de un buen rato de saltar por encima de las trampas, esquivar a los enemigos y resolver acertijos de personajes extraños.
Córdoba es desde hace muchos años una ciudad sin estrategia ni luces largas , que resuelve los retos colectivos improvisando y con ocurrencias, hablando con quien no debe cinco minutos antes de tener al toro encima y tomando determinaciones casi siempre incorrectas. Los principios de la aventura gráfica, y hasta de la conversacional si uno se remonta a la prehistoria de los años 80, pueden venir bien para ver dónde puede llegar esta fiesta de los Patios que se ahoga en su propio éxito y donde los árboles de las cabezas humanas y las móviles que hacen fotografías no permiten ver el bosque de los geranios, el silencio contemplativo de la naturaleza en miniatura, el pozo que canta y la cal que repara el cansancio con sólo verla.
La primera encrucijada para terminar con las colas y lograr una visita que se parezca menos a la espera del metro sería cobrar una entrada. Supondría crear una entidad -si fuera posible sin políticos ya que se trata de propiedades privadas y del esfuerzo de particulares y no de instituciones - que gestionase un punto de venta en que se pudiesen adquirir billetes para un determinado número de patios, lo bastante amplio como para que no haya que volver. Quizá el dinero sería lo de menos, porque con que apenas costase dos euros por persona eliminaría a una buena parte de quienes van de patios sin el menor aprecio por lo que tienen delante y sólo atraídos por hacerse selfies y echar la tarde con algo que es gratis . Daría para mantener la fiesta y para repartir algo, si se quiere en función del número de visitas.
De inmediato saltarían como resortes parlanchines todas las voces de Izquierda Unida , sea las que tienen cargo electo en el Ayuntamiento o las franquicias que tienen en las asociaciones de vecinos y todos esos órganos de participación que sólo sirven si es para asentir. Sería cuestión de pasar el temporal del primer año , porque al cabo de unos días, como han hecho con la Semana Santa y todos los años con el modelo de feria, se les olvida y a la siguiente edición el instinto conservador cordobés no les deja tocar ni una coma.
El segundo camino sería municipalizar los Patios . Dejar no su propiedad, sino su gestión, en manos del Ayuntamiento, que nombraría a un equipo que todos los años se haría cargo de las plantas, regaría, limpiaría un poco y se pondría en la puerta para comprobar que es una fiesta abierta y que la gente entra de gratis, gratis. Todo eso siempre que no hubiera que hacer una huelga, existiese plantilla suficiente según el convenio colectivo, se cerrase los lunes y se dejara libre la tarde del domingo. Y empezando en abril: si total las avalanchas no distinguen entre una planta de varias décadas y un geranio de vivero .