EMPRENDEDORES EN CÓRDOBA
La aventura de emprender contada desde Córdoba
Seis iniciativas que se desempeñan o han pasado por viveros y aceleradoras de «start ups» narran su experiencia con el emprendimiento
La palabra «emprendimiento» suena a jóvenes buscando el sueño americano, a Silicon Valley y al juego de ensayo y error hasta dar con el invento definitivo. Pero no hace falta viajar a California para encontrar iniciativas innovadoras que buscan su despegue en espacios de «coworking» e incubadoras de empresas. Seis de ellas, que han pasado o se encuentran instaladas en los viveros del Imdeec y en El Patio, comparten su experiencia:
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Gooveris Software: «Este trabajo tiene detrás mucho tiempo de siembra»
Todo empezó hace cinco años cuando un ingeniero informático diseñó una plataforma software para gimnasios y centros deportivos. Esa idea fue el germen de lo que hoy es Gooveris Software , una empresa que trabaja desde Córdoba para clientes de toda España, pero también de países latinoamericanos y de Oriente Medio, llevando la filosofía de esa «app» primigenia a otros sectores y adaptándose a las demandas de sus clientes. Fundada por Víctor Téllez, la firma se ha especializado en el ámbito de los congresos y eventos y ha pasado por el espacio El Patio, una experiencia que le ha permitido «madurar y crecer», según explica la responsable de marketing, Inmaculada Navarro. Reconoce que empezar de cero con una iniciativa empresarial requiere de un esfuerzo que no ofrece resultados inmediatos. «Este trabajo tiene detrás mucho tiempo de siembra, de llamar a muchas puertas y de no bajar la guardia nunca », explica. Ahora, dice, tienen el «lujo» de trabajar desde su ciudad con vocación internacional. Su proyecto estrella es Merlín , una herramienta que permite diseñar aplicaciones y sitios web casi por arte de magia.
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Sépalo Software: «El primer reto es saber llevar a la práctica tus ideas»
Sépalo Software fue fundada en el año 2014 por seis socios que decidieron dejar su trabajo anterior y embarcarse en un nuevo proyecto. Casi seis años después, la empresa, dedicada al desarrollo de software para medios de pago , diseña soluciones y proyectos a medida -desde sistemas de autoservicio y cajeros ciudadanos para administraciones públicas a sistemas de autopago en autopistas- para una cartera de clientes que se está expandiendo por Latinoamérica. Tiene 20 trabajadores y acaba de salir del vivero Baobab, que ha sido su casa desde el comienzo, para instalarse en Las Quemadas. Su socio mayoritario, Antonio Ramos, recuerda las complicaciones de los inicios: él y sus compañeros tenían perfil técnico y escaso o nulo conocimiento de la maraña administrativa y legal que rodea al mundo de la empresa . La ayuda del Imdeec y de la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE) les ayudó a despegar y ahora están listos para caminar en solitario. Ramos reconoce que el primer obstáculo del emprendedor es el desconocimiento, el «no saber cómo llevar a la práctica la idea que tienes en tu cabeza». Después llega la incertidumbre, pero todo se compensa por «tener la capacidad de orientar tu carrera hacia lo que te motiva , de explotar todo tu valor y tomar decisiones en base a tus criterios y valores».
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Heimdall Technologies: «Este es un camino largo y te caes muchas veces»
Heimdall Technologies se constituyó en octubre de 2018 aunque su historia empieza años antes. Sus promotores, Mónica Blanco y Francisco de la Rosa, observaron un problema a la espera de soluciones que ellos han sabido dar mediante la tecnología de identificación por radiofrecuencia . Sirviéndose de ella dan respuesta a sectores como el del agro, preocupado por el etiquetado de sus productos y para el que la firma diseña plataformas a la que se puede acceder desde el teléfono móvil y que aportan, a su vez, información valiosa a las marcas sobre el perfil de los usuarios . Es además una solución que aporta originalidad, confianza y potencia la imagen de marca en un contexto de mercado en el que el producto debe presumir de un valor añadido, explica Blanco. Su formación académica en Derecho ayudó a la hora de constituir la empresa, aunque se considera una «tecnóloga autodidacta». Afirma que no toda persona está preparada para ser emprendedora, porque es una decisión que implica una inversión importante de tiempo, dedicación y dinero . Hay un componente de carácter, porque es «un camino largo en el que subes tres escalones y al cuarto te caes. Te tiene que gustar y vivirlo apasionadamente », explica. Vale la pena, sostiene, para lograr «la superación personal a través de un proyecto».
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La Mariposa de Hilo: «Hay que estar mentalizado para sobrevivir a esto»
Lola Espinosa se licenció en Arte Dramático pero se especializó en patronaje y se dedica además a la docencia de esas dos artes. Tras trabajar en boutiques en Madrid y talleres de confección decidió montar su propia escuela de patronaje y moda y así fue como surgió La Mariposa de Hilo . Lo hizo motivada por su deseo de dar a conocer una actividad que, dice, está invisibilizada. «El diseñador se lleva el protagonismo pero el patronista es el ejecutor. Sin él, no hay moda », zanja. Lo hizo también ante las carencias que tenía Córdoba en cuanto a centros de estas características liderados por profesionales, ya que abunda el intrusismo. Para lanzar su proyecto se apoyó en el programa Acelera del Imdeec y en la actualidad trabaja desde su red de viveros, algo que valora especialmente porque «no tenía capital para arrancar y tuve la suerte de conseguir un espacio adecuado » a un coste asumible. Admite que al principio se topó con varias dificultades, entre ellas la falta de oxígeno económico y la escasez de ayudas públicas que, aunque existen, son escasas y suelen llegar tarde. Además, ser trabajador por cuenta propia supone una inversión de tiempo y esfuerzo que puede hacerse muy cuesta arriba. «Hay que tener ganas, estar motivado y mentalizado para sobrevivir a todo eso», afirma. Pese a ello, vive con «la completa satisfacción de hacer algo que me encanta» y de observar con orgullo cómo su proyecto crece.
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Avivet: «Nos lanzamos a un sector emergente a base de ensayo y error»
La toma de conciencia sobre el bienestar animal ha supuesto un empujón a las granjas ecológicas. Ahora las grandes compañías ya no quieren huevos de gallinas en jaula, pero cuando Alberto Picchi, veterinario, empezó a trabajar en lo que hoy es Avivet este aún era un sector emergente. Cansado del trabajo en clínicas, se lanzó a buscar oportunidades en ganaderías y encontró un empleo que le hacía sentirse «útil». Cuando se quedó sin trabajo tomó la decisión de emprender. Se dedica al asesoramiento a granjas de gallinas camperas y ecológicas y, aunque empezó trabajando con dos o tres en Córdoba, ahora atiende a cerca de un centenar a nivel nacional. Cuenta con tres veterinarios contratados y una persona encargada de administración y se plantean aumentar su plantilla con una persona en Cataluña, donde tienen una importante actividad. Picchi supo ver las potencialidades de un sector inexplorado y eso le permitió erigirse como referente en el sector pero también complicó el camino: «Hace once o doce años estaba solo. No había referencias en las que fijarse, trabajamos a base de ensayo y error ». La ayuda del Imdeec y de sus viveros de empresas fue imprescindible, porque «al principio no sobra el dinero».
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Stilfy: «Es complicado tirar tú solo, por eso es tan importante un buen equipo»
Rafael Navajas tiene 25 años, estudia Ingeniería Electrónica y nació para ser empresario. Ya apuntaba maneras en el instituto, cuando sacaba dinero de revender carcasas para BlackBerry que compraba por internet. Ahora está al frente de Stilfy , una plataforma que hace de intermediaria entre profesionales de peluquería y belleza y sus clientes para ahorrar tiempo y ofrecer la comodidad de un servicio a domicilio. A través de esta «app», el usuario puede ver los servicios que se ofrecen en su zona, fijar fecha y hora e incluso realizar el pago de forma segura. La idea la está desarrollando en el espacio El Patio junto a sus compañeros Chema Gómez, encargado de operaciones y mercados, y David Pérez, informático, a los que conoció en encuentros y programas para emprendedores. Lo suyo, dice, es pura vocación: «No puedo estar quieto ni quiero una rutina. Me gusta levantarme por la mañana con ilusión por hacer cosas». De ahí que tenga muy claro que la vida del funcionario no es para él, y que le merece la pena vivir en una constante incertidumbre si eso le permite desarrollar un proyecto que le hace feliz . Lo más difícil, dice, es encontrar un equipo de trabajo adecuado y tener paciencia en los comienzos de un proceso que «es lento si quieres que salga bien». También está la cuestión económica. Stilfy nace con fondos propios, con sus propios ahorros, «los que llevo juntando desde la comunión».