NOTAS AL MARGEN

Fuego en el vertedero, autonomía afónica

La Administración andaluza sigue hablando mucho de transparencia a fuerza de aplicarla poco: el autogobierno obliga a gobernar y gobernar a dar cuenta de lo que se hace

Planta de residuos en pleno incendio ARCHIVO

RAFAEL RUIZ

LA Junta de Andalucía decidió esperar 30 horas para dar unos primeros datos, parcos la verdad, sobre las entretelas del incendio de Recicor que solo ha estado ardiendo unos cinco días de nada. Podemos imaginar que el día del fuego era domingo, jornada dedicada por muchas culturas a la oración, y tampoco es cuestión de que los delegados de la cosa se deslomen, criaturitas, que no está pagado lo que hacen por la patria que fundara Blas Infante. Podemos establecer la hipótesis de que la mañana del lunes la dedicaron, quién sabe, a reunir al gabinete de crisis o leerse los papelillos que permitieron las cuatro vaguedades de la notilla de prensa distribuida para crédulos. Ya el martes, hombre, empezaron a caer algunos datos concretos para llegar al miércoles con unas explicaciones mínimas dignas de tal nombre que siguen generando no pocos interrogantes.

En concreto, la Consejería de Medio Ambiente puede empezar a explicar de quién fue la idea de autorizar un vertedero de residuos peligrosos y no peligrosos con una extensión máxima de once hectáreas y sitio para 1,2 millones de metros cúbicos a tiro de piedra de zonas habitadas. También, qué infraestructura y medios se precisa para unas instalaciones de este tipo, qué cautelas exige para el tratamiento de los materiales más peliagudos y cuáles son los protocolos de seguridad que se le exigen a empresas como ésta toda vez que ha sido el Ayuntamiento de Córdoba quien ha denunciado que los bomberos no tenían ni toma de agua. Los equipos del SEIS y el Consorcio han explicado que en una mañana hicieron 300 kilómetros solamente en los trayectos para recargar la autobomba. En fin, esas minucias.

Delegados y delegadillos

La afonía de la Administración autonómica contrasta con la extensión de su capítulo de personal. Enterrado aquel artículo del Estatuto primero que decía que la representación territorial se haya en las diputaciones, el PSOE estableció una amplísima red de delegaciones, agencias y cositas a la cabeza de la cual siempre hay un militante del partido. Se supone que con responsabilidad política para explicar cuál es el sentido de las decisiones adoptadas y para saber qué cabeza hay que pedir cuando las determinaciones adoptadas son erróneas o, como en este caso huele a la legua, chapuceras. El dilema peculiar es que, pese a ese grado de inmatriculación partidaria de la Administración, no hay forma en los segundos o terceros escalones (excepciones las hay, cierto) de dar con quien asuma que su trabajo no es funcionarial sino político a pesar de lo que les gusta a delegados y delegadillos visitar alcaldes, inaugurar ferias y sonreír mirando a cámara. Llegados a ese momento donde vuelan los cosquis, la tesis general es ponerse de perfil, silbar y mirar a la vía.

«No hay forma en los segundos o terceros escalones de dar con quien asuma que su trabajo no es funcionarial sino político»

Vamos al mea culpa. Es un fracaso de los que nos dedicamos a la información de interés público que una instalación de ese tipo fuese autorizada hace cuatro años sin un mal breve, sin que estos papeles apareciesen en algún sitio. La Junta las mata callando. Al igual que en el Ayuntamiento todo paso por órganos colegiados y públicos, la Administración andaluza sigue hablando mucho de transparencia a fuerza de aplicarla poco. La pretendida pose técnica y funcionarial esconde medidas políticas de mucho calado que, como ha ocurrido en este caso, acaban ardiendo. Y solo por el humo, que decía la zarzuela, se sabe dónde está el fuego.

La Junta y el PSOE, monta tanto, reclaman autogobierno que es un concepto que exige, en primer lugar, querer gobernar y no solo gerenciar un departamento oficial como el que lleva un estanco. En segundo, dar cuenta de ello. Si de lo que estamos hablando es seguir dando poderes a administraciones opacas, que se pierden en vericuetos administrativos para no dar la cara cuando toca, ya pueden poner mi firma en el manifiesto de los que están en contra. Si de lo que se trata es de tener militantes del partido en cada instancia oficial, sin un mínimo conocimiento de las cosas que están bajo su responsabilidad, para que pongan cara de auxiliar administrativo cuando arden basureros, pues que avisen para que nadie se llame a engaño. Por menos, se ha puesto en la calle a gente . Por menos, ha habido personas con vergüenza torera que se ha ido a su casa sin esperar al decreto.

Fuego en el vertedero, autonomía afónica

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación