INMATRICULACIÓN
Asenjo, sobre la Mezquita-Catedral de Córdoba: «La Iglesia no ha sustraído nada a nadie»
El anterior obispo de la diócesis subraya que el templo pertenecía al Cabildo
![Juan José Asenjo, durante una misa en la Mezquita-Catedral de Córdoba](https://s2.abcstatics.com/media/andalucia/2018/10/02/s/asenjo-carta-inmatriculaciones-k8OC--1248x698@abc.jpg)
«En honor a la verdad» se titula la carta que ha escrito el arzobispo de Sevilla y anterior obispo de Córdoba , Juan José Asenjo , para insistir en la legitimidad de las inmatriculaciones que la Iglesia ha realizado en los últimos años y en particular de aquellas en las que tomó parte: de la Mezquita-Catedral de Córdoba en 2006 y de la Catedral y la Giralda de Sevilla en 2010. En ambos casos era el prelado titular de las diócesis.
«Puedo asegurar que la Iglesia no ha sustraído nada a nadie, ni se ha apropiado de algo que no fuera nuestro, es decir, del Pueblo de Dios. Hemos inmatriculado en los Registros de la Propiedad los bienes que siempre han sido de la Iglesia, bienes que ella creó, que ha conservado y cuidado con diligencia , y que pone a disposición de todos, creyentes y no creyentes», dice Asenjo sobre acciones que se han calificado de «fraudulentas» .
Si no se hizo hasta ese momento porque «hasta 1998 estaba prohibida la inscripción en los Registros de la Propiedad de los templos destinados al culto católico. Lo permitió, por razones de seguridad jurídica en dicho año, el gobierno del Partido Popular a través de una modificación del Reglamento Hipotecario». Ese régimen, recordó, permaneció en las dos legislaturas de José Luis Rodríguez Zapatero .
Así se pudieron hacer las inmatriculaciones, conforme a la ley, precisó. Asenjo explica después los argumentos de los historiadores, que recuerdan cómo Fernando III El Santo entregó la Mezquita-Catedral de Córdoba a la Iglesia y para eso invoca al manifiesto de más de 40 medievalistas . Por eso muestra su «perplejidad por esta deriva incomprensible sobre los bienes inmuebles de la Iglesia , deriva que a mi juicio no se funda en argumentos objetivos de carácter jurídico o histórico, sino en apriorismos y prejuicios » y acaba pidiendo a Dios que «la verdad y la convivencia respetuosa se abran camino».
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