Apuntes al margen
El arte del postizo
La aplicación sin el más mínimo matiz de la letra de la ley generará la imposibilidad de adaptar los monumentos
Sesbastián Herrero , uno de los arquitectos conservadores de la Mezquita , realizó en su tesis doctoral el estudio más minucioso hasta la fecha sobre las obras de restauración realizadas en la Mezquita desde la intervención de Patricio Furriel -ordenada por el obispo Trevilla- hasta nuestros días. La decisión sobre la colocación de las celosías de Rafael de La-Hoz y Víctor Caballero Ungría a principios de los setenta apenas suponen unos folios de un monumento que, como podrán ustedes imaginarse, ha llegado hasta nuestros días por su transformación .
Según la cronología que realiza Herrero en su investigación, todos los conservadores se han planteado qué hacer con unos arcos que estuvieron total o parcialmente tabicados, sobre todo, por la posibilidad de recuperación de luz natural . De Velázquez Bosco han quedado las anotaciones de que los arcos estaban parcialmente ocupados por un muro de media altura con una vidriera de remate. El arquitecto pensó ya en una primera solución de vidriera completa. En los años cuarenta, Félix Hernández diseñó y colocó una de esas piezas (estilo doñaconcha, como puede ver en la imagen) que fueron las modificadas por las obras de la Dirección General de Arquitectura , el llamado proyecto de purificación (por la pretensión de eliminar añadidos de época católica).
La definición final, como es sabido, fue la de colocar cuatro nuevas celosías , emulando un dibujo de la etapa musulmana, elaboradas con madera de cerezo y vidrio, con dibujos inspirados en la decoración de la Mezquita que fuesen una herramienta para dejar pasar parte de la luz del exterior. Recuérdese que la función original de estos vanos, de todos ellos, era el paso de las personas que iban a orar. Y que lo más razonable es que estuviesen cubiertos con una simple estera.
La resolución final de De la-Hoz y Caballero para los cuatro vanos es un falso histórico como la copa de un pino. Contrario, dice Herrero, a la Carta de Venecia que obliga a prescindir de los postizos, esas imitaciones del original que se realizan con el propósito de dar el pego. Una de tantas que componen la Mezquita de Córdoba que también cuenta con hormigón en su esqueleto. Una solución sencilla en la que también hubo ciertas desavenencias interiores. De la-Hoz decía tener el visto bueno de Hernández para la colocación de las nuevas celosías. No era cierto. El veterano conservador de la Mezquita pretendía mantener y generalizar sus celosías.
¿Estaban protegidas las farolas del Puente Romano? ¿Debían estarlo los adoquines de granito?
Dos juzgados han entendido que el proyecto para sustituir la celosía por una idéntica nunca debería haberse aprobado por el respeto a todas las etapas que conforman el monumento. Los jueces han aplicado sin matiz alguno la legislación de patrimonio que obliga a respetar todas las etapas de los monumentos protegidos sin abstraerse de que hay elementos que conforman una parte nuclear de la riqueza artística y cuestiones que son instrumentales , soluciones más o menos acertadas para problemas de índole técnica: en este caso, la iluminación interior tamizada.
La presencia de la Iglesia , las cofradías y las procesiones condiciona el debate relevante de verdad. Que es hasta qué punto está amparada por la legislación la adaptación interior de un bien de interés cultural a usos nuevos . Si habría que haber respetado el empedrado de adoquines de granito o las farolas del Puente Romano , por ejemplo. O si es posible adaptar un bien de interés cultural, como tantos que están en obras en estos momentos, para los usos y funciones que se precisan hoy en día transformando añadidos de antes de ayer por la mañana. Convirtiendo el postizo, el falso histórico o la intervención desafortunada en un arte que ha de tener la consideración de objeto de protección.
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