Perdonen las molestias
¿Quién empuñó el piolet?
A estas alturas, es imposible discernir quién dio el primer golpe
![Mitin de Podemos e IU en Córdoba](https://s2.abcstatics.com/media/andalucia/2020/11/04/s/mitin-podemos-cordoba-kA0--1200x630@abc.jpg)
A León Trotsky le abrió la cabeza con un piolet un sicario enviado por Stalin hace exactamente 80 años. El mariscal soviético no se andaba con remilgos a la hora de defender la verdad oficial dictada por el politburó. Mucho menos si quien la ponía en duda fue uno de los artífices de la Revolución de Octubre , que derribó en 1917 el régimen zarista para edificar por primera vez en la historia un sistema igualitario.
Stalin levantó el paraíso comunista sobre un océano de purgas y cadáveres. Persiguió a Trotsky por media Europa hasta que lo asedió en la casa de Frida Kahlo y Diego Rivera en México, cuyo presidente, Lázaro Cárdenas, le había concedido asilo político en 1936. Fue precisamente un español, Ramón Mercader, quien logró infiltrarse en la vivienda del prófugo ruso para asestarle un piochazo mortal sobre el cráneo, cuya imagen es hoy un icono universal de la traición política. Trotsky sucumbió. Pero emergió el mito. Y su estela se ha perpetuado durante décadas como conciencia crítica de la revolución secuestrada por la ortodoxia y el dogmatismo.
Casualidad o ladina perfidia, Canal Sur Televisión programó el pasado viernes «El asesinato de Trotsky» poco días después de que Teresa Rodríguez y otros siete diputados fueran desalojados del grupo parlamentario por sus viejos socios en uno de los golpes más audaces de la refriega política que se recuerdan. La gaditana lidera la facción de Anticapitalistas y es una declarada troskista. Y algunos de sus presuntos ejecutores representan la línea oficialista del partido por antonomasia.
A estas alturas de la película, es difícil saber quién empuñó primero el piolet en una enmarañada trama que arranca de la presunta apropiación de la marca electoral, atraviesa acusaciones de transfuguismo y maniobras en baja maternal, y corona finalmente en la pugna por hacerse con el control de la caja . Hablamos nada menos que de 1,7 millones de euros anuales. Que no es moco de pavo, oiga. Mientras tanto, el mito de Trostky y su cabeza ensangrentada sobrevuela otra vez el avispero cainita de la izquierda en un nuevo y sórdido capítulo de una historia interminable.
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