Perdonen las molestias

No esperes a mañana

Todos tenemos fecha de caducidad, nos recuerda el triatleta Miguel Ángel mirándonos a los ojos

El deportista, que padece ELA, en la terraza de su casa de Fernán Núñez ÁLVARO CARMONA
Aristóteles Moreno

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NO me voy a sentar en el sofá a esperar , dijo con aplomo estremecedor Miguel Ángel Roldán . En la calle, la mañana desplegaba un sol de primavera suave como las verdes lomas de la campiña. Miguel Ángel vive en Fernán Núñez y los 29 kilómetros con 400 metros que la separan de Córdoba son un espectáculo deslumbrante de luz y fulgor en estos días tibios de marzo .

Pero volvamos al principio. Miguel Ángel Roldán sufre esclerosis lateral amiotrófica . Ustedes la conocerán por su acrónimo ELA . Es una enfermedad degenerativa de tipo neuromuscular. Por razones aún no identificadas, las motoneuronas del sistema nervioso languidecen paulatinamente y provocan una parálisis muscular progresiva para la que no existe cura. Las estadísticas dicen que dos de cada 100.000 personas desarrollan la ELA . Y también dicen que la esperanza de vida de los enfermos fluctúa entre 2 y 5 años en la mayoría de los casos.

«Miguel Ángel abraza a su hijo con la conciencia cristalina de que el tiempo es un artefacto frágil al que no es conveniente prestarle demasiada atención»

Miguel Ángel conoce la realidad devastadora de las estadísticas como la palma de su mano. Quizás precisamente por eso se levanta cada mañana como si la vida fuera un inmenso campo de amapolas del que no se atisba el horizonte. Se ducha, desayuna y abraza a su hijo con la conciencia cristalina de que el tiempo es un artefacto frágil al que no es conveniente prestarle demasiada atención.

El 31 de mayo escalará la roca más hermosa de España . No se pregunte por qué. Se encordará en las paredes verticales del Naranjo de Bulnes y extenderá sus brazos hacia el cielo cuando conquiste su corona de piedra y nubes sobre el azul profundo de los Picos de Europa . Usted, mientras tanto, verá la vida pasar sentado en el sofá de casa.

Miguel Ángel no tiene tiempo para esperar. Tengo fecha de caducidad, afirma con una serenidad que haría saltar por los aires un edificio de quince plantas. Todos tenemos fecha de caducidad, nos recuerda mirándonos a los ojos. Justamente por eso, vive como si la vida fuera eterna. Es decir. Como si se tratara de una pompa de jabón a punto de disiparse en el aire. Y di te quiero a tus seres queridos, nos imploró un día tenue de primavera . Hoy. Ahora. Siempre. No esperes a mañana.

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