Perdonen las molestias

Atención: regresamos

Los vecinos de la Viñuela se han levantado en armas contra la movilidad sostenible y el cambio climático

Avenida Jesús Rescatado en Córdoba Valerio Merino
Aristóteles Moreno

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Fíjense en estos dos hechos inquietantes. Uno: los vecinos de la Viñuela piden en referéndum el fin de la peatonalización y el regreso de los coches. Dos: tres asociaciones vecinales reclaman la vuelta del farol fernandino a la plaza de la Corredera. A simple vista, podría parecer que se trata de dos acontecimientos insustanciales. Pero, si se observan detenidamente, podemos inferir conclusiones estremecedoras.

Mientras el planeta avanza a velocidad de vértigo hacia no se sabe dónde, en Córdoba hay quien detiene las manecillas del reloj de la historia por razones difíciles de desentrañar. Ya nos pasó en el siglo XIX. Entonces, la revolución liberal se abría paso en Europa con la fuerza de una apisonadora. Y aquí, en este precioso país, dimos un volantazo hacia el pleistoceno con las consecuencias que ustedes conocen.

De la Ilustración ya hablamos otro día. Por cierto, que las emancipadoras ideas de Voltaire llegaron a Córdoba con la misma fortuna que las farolas fernandinas. Las dos fueron violentamente combatidas por modernas y atentatorias contra la tradición y el orden establecido. Voltaire sigue siendo un pensador proscrito. Solo hay que leer algunas portadas de prensa. Pero las farolas fernandinas son hoy santo y seña de la identidad inmortal de esta bella (y mortificadora) ciudad a la que, sin embargo, amamos.

Tanto es así que la luminaria diseñada por la corte de Fernando VII para la capital de España sea conocida hoy por los jartibles como el farol cordobés. Toma castaña. Y ahí los tienen, erre que erre, dispuestos a forrar de hierro forjado la faz de la tierra. Córdoba es flamenquín y farola fernandina o no será, que dirían los irreductibles. Y punto pelota.

Queridos contribuyentes, todo empieza a cuadrar. Y se entiende, por lo tanto, que los vecinos de la Viñuela se hayan levantado en armas contra la movilidad sostenible y el cambio climático. Cuando se trata de caminar en sentido contrario de la historia, ahí somos la hostia en verso. Y, además, en referéndum soberanista. Para que luego digan que el pasado no se puede conquistar también por la vía democrática.

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