Perdonen las molestias

Agujero negro

En la década de los ochenta, la Corredera era un astro inerte

Veinte años de la reforma de la Corredera, la plaza grande de Córdoba

Jugadores de dominó en un soportal de La Corredera VALERIO MERINO
Aristóteles Moreno

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En términos astrofísicos, la plaza de la Corredera era a finales del siglo XX un agujero negro. Es decir: un espacio sideral en pleno universo urbano de Córdoba , que concentraba una masa de soledad por metro cuadrado verdaderamente desconcertante. Por razones difíciles de precisar, la mayor plaza de la ciudad había experimentado un imparable vaciamiento interior hasta el punto de originar una enigmática oquedad en el núcleo mismo de Córdoba .

En la década de los ochenta, la Corredera era un astro inerte. No atravesaba su planicie ni una sola alma ingrávida. Solo los sábados, un relámpago llamado mercadillo iluminaba su corteza de vida y canastos de mimbre. Luego, la plaza se apagaba nuevamente al modo en que un teatro se queda a oscuras cuando se termina la función. Los datos son elocuentes. Los publicó nuestro colega Rafa Ruiz esta misma semana . Entre 1965 y 1980 , la Corredera perdió el 75% de sus habitantes.

¿Qué pasó? No hay respuestas para un fenómeno celeste de esta naturaleza. Las estrellas se encienden y se extinguen en el firmamento en procesos inexplicables que duran millones de años luz. La Corredera se convirtió en un pozo cósmico en mitad de una ciudad de 320.000 habitantes y punto pelota . De la Espartería hasta San Pedro , la vida se extravió en un bucle del tiempo que los astrofísicos (y los urbanistas) algún día deberán explicarnos.

Solo una lucecita se mantuvo encendida como una cerilla en medio de la eternidad. El bar Patri irradiaba un hilillo de luz, alrededor del cual cada día se congregaba un puñado de alienígenas errantes. Fueron años increíbles. Años de exploración galáctica, descubrimientos lunáticos y mucha cerveza fresca. La vida en un agujero negro no es tan lúgubre ni tan vacía como indican los libros de astronomía. Podemos dar fe de ello.

Un día apareció el señor Anguita y el señor Rodríguez de la Borbolla con un proyecto bajo el brazo. Hace justo 20 años que la Corredera emergió de la zona oscura del universo. Se ha integrado en la Vía Láctea , sale el sol cada mañana y la plaza se encuentra plagada de veladores supersónicos, lo que viene a demostrar que el urbanismo hace milagros. Aunque hay instantes, a decir verdad, en que añoramos la emoción caótica del agujero negro.

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