CONSERVACIÓN
El Archivo Histórico de Córdoba muestra cómo se restauran sus documentos antiguos
El centro muestra un libro de protocolos recuperado donde está el documento del Inca Garcilaso
Los archivos están hechos de papel y es un material frágil, que no siempre resiste bien el paso del tiempo. El Archivo Histórico Provincial de Córdoba ha dado a conocer los últimos documentos que se han restaurado después de haber sufrido mermas. Se han recuperado y se ha mejorado su presencia física y su encuadernación, y no son documentos menores.
El más espectacular de todos ellos es el protocolo de todos los actos que se realizaron en el año 1616 ante el notario Gonzalo Fernández de Córdoba , probable descendiente del Gran Capitán, que había muerto un siglo antes. Lo es porque allí está el testamento de Gome Suárez de Córdoba y Figuroa, el Inca Garcilaso de la Vega, y también un inventario de los bienes que iba a dejar al morir además de otros documentos. También había un plano de la plaza de la Corredera en el siglo XIX , antes de la construcción del mercado que estuvo durante una buena parte del siglo XX y un contrato por el que el escultor Baltasar del Águila se comprometía a realizar el retablo de San Juan de Letrán, hoy desaparecido, para la iglesia de S anto Domingo de Guzmán de Cabra .
Ana Ros , jefa de servicio en el Instituto de Conservación del Patrimonio Bibliográfico de Andalucía, detalló en el Archivo Histórico Provincial parte del proceso para la reparación de estos documentos. En varios casos faltaba parte del soporte, para lo que era necesario reponerlo. Como explicó, se estudiaba primero el tipo de papel que era, en algunos casos realizado con cáñamo, lino y algodón . A partir de entonces, empezaba el proceso para reintegrarlo.
Para eso, en el caso del libro de protocolos notariales, que era un volumen bastante grueso, había que desencuadernarlo y s eparar los bifolios , es decir, las hojas completas, que en la encuadernación unen una página con su correspondiente cuando se les pone sobre el lomo. Después se llevaba en una bañera con agua y distintos productos, un proceso que se realiza de forma gradual, por la cual la hoja se va sumergiendo. A partir de ahí, el papel que se había colocado debajo iba tapando las zonas horadadas por el tiempo, como se mostró en distintas imágenes.
No era la única huella del tiempo: la tinta tenía elementos de hierro que se habían oxidado y que han dejado huellas en el papel. A partir de ahí se volvieron a encuadernar no sin antes estudiar bien la colocación de las páginas con una numeración que no es fácil de distinguir para quien no sepa paleografía , por las peculiaridades de la letra procesal .