Cabra
La archicofradía de la Virgen de la Sierra de Cabra busca santero tras una saga familiar de casi dos siglos
Necesita a un matrimonio que habite el santuario en el Picacho y se encargue de velar por la seguridad de la Patrona
No es nada fácil el oficio de santero si el lugar a guardar es el santuario d e Nuestra Señora de la Sierra en Cabra. Una profesión gratificante en unos aspectos y bastante dura y sacrificada en otros. Y es que la Casita Blanca donde la patrona de Cabra tiene su morada siempre debe permanecer abierta para que sus devotos puedan ir a visitarla en cualquier día del año, haga frío, llueva, truene, nieve o abrase el sol.
Son ocho siglos los que atestiguan la veneración a la Divina Serrana -los cuales están perfectamente documentados a la par que la existencia del santuario- y durante ese tiempo, siempre ha solido haber personas custodiando el sagrado lugar, aún cuando el acceso al mismo ha sido complicado al no existir la actual carretera y solamente podía llegarse al Picacho a través de un estrecho sendero, bien a pie o bien con la ayuda de bestias.
Durante siglos, la ausencia de agua potable en la cima de la sierra también fue un problema que santeros y peregrinos tuvieron que salvar a la hora de celebrar una romería, así como para afrontar la vida cotidiana, siendo necesario acarrearla mediante cántaras desde la fuente más cercana, la existente en la Finca de la Viñuela . Venero que hoy en día y gracias a los avances tecnológicos es el que suministra agua a los grifos existentes en el entorno desde principios de la década de 1980 .
Poco antes de la llegada de las fiestas navideñas el último santero, Antonio Sabariego Gallardo , anunció su jubilación con la que se ponía fin a una saga familiar al cuidado del santuario desde el año 1835 , según se desprende en las investigaciones realizadas por el recientemente fallecido sacerdote Don Manuel Osuna Bujlance . Por este motivo, la Archicofradía de la Virgen de la Sierra quiso tener un reconocimiento en forma de placa votiva que fue instalada en el patio junto a la vivienda habitada durante generaciones por esta familia.
Proceso de selección
Así, al quedar libre la vacante ha sido la Archicofradía la encargada de abrir un proceso de selección con la intención de contratar dos personas en condición de matrimonio para seguir desempeñando las labores de cuidado, limpieza, vigilancia del recinto y otras condiciones que se darán a conocer una vez concluya el plazo de presentación de curriculums vitae el próximo 21 de enero.
Es de suponer que, siguiendo la costumbre de la anterior familia, los nuevos santeros deban habitar la Casita Blanca convirtiéndose en los custodios de un lugar donde muchos devotos acuden a visitar a la Señora, a pedirle por los enfermos, por los que pasan malos momentos, por los que necesitan su intersección ante un difícil tránsito... Muchas de esas historias personales, muchas de ellas de carácter anónimo, las ha conocido Antonio Sabariego perfectamente de primera mano durante las décadas que ha ejercido una profesión pendiente de continuación. Ahora pasa el testigo, quien sabe, si a una segunda saga de santeros.
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