Mirar y ver

El árbol del tiempo

El gingko biloba que se colocó en Cruz Conde susurrea una historia milenaria

Hojas del árbol asiático ABC
María Amor Martín

María Amor Martín

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Fue acertada, en el diseño urbano, la decisión de hermosear los ensanchamientos de la confluencia entre la calle Cruz Conde y las calles San Álvaro e Historiador Díaz del Moral con la presencia de un bello Ginkgo Biloba . Este árbol es llamado también nogal japonés, albaricoque plateado, árbol de oro, de las pagodas, de la sabiduría o de los cuarenta escudos, refiriéndose, según se cuenta, a la cantidad invertida por un botánico francés en el siglo XVIII para hacerse con uno de ellos, traídas por primera vez sus semillas a Europa desde Japón, a través de la Compañía de las Indias Orientales. Único en su género y especie, destaca su singularidad entre la hilera homogénea de elegantes magnolios de la céntrica calle. Superviviente huérfano, calificado por Darwin de «fósil viviente» y «testigo del tiempo» , el árbol de la memoria susurra una historia de doscientos cincuenta millones de años. Impresiona la cifra, su vida casi eterna y sobrecoge unirse a la larguísima cadena de miradas que guarda en sus recuerdos.

Cruz Conde otoñea . Al avanzar la estación, puede contemplarse en la calle un sorpresivo espectáculo. El Ginkgo Biloba se torna de oro. Sus hojas, como pequeños abanicos, se sostienen en las ramas, a la vez todas doradas y brillantes de manera esplendorosa, mientras las que han caído envuelven el suelo de un manto amarillo. Una visión mágica y efímera que nadie debe perderse.

Habla Pablo Neruda de la «estación clandestina» y se pregunta «¿qué sigue pagando el otoño con tanto dinero amarillo?». También yo me lo pregunto. Tal vez pague para poder proveer a la ciudad de la calidez de los colores ocres, anaranjados y rojizos, y almacenar el olor a tierra mojada. Quien sabe si lo hace para aumentar la fuerza con que afrontar los inviernos, asegurar que la noche no le coma al día sus días hasta llegar a la noche más larga o para comprar antídotos contra el sueño que hiberna. Quizás pague para garantizar la continuidad de las estaciones y sobrevivir al paso del tiempo. Acaso es el precio que le cuesta soportar la nostalgia y sostenerse en la espera mientras acontece la primavera. Confidencias de una calle y un árbol . Es el placer de mirar y ver, descubrir el misterio en lo cotidiano y saborear la belleza.

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