Aristóteles Moreno - Perdonen las molestias
Aquel proyecto deslumbrante
Hace más de 15 años llegó un señor con un enredo llamado Ciudad Al Mansur. Aquel tipo protagoniza hoy un «thriller» de no parar
En 1999 llegaron a Córdoba unos señores muy trajeados. Convocaron a los medios de comunicación, abrieron un maletín sobre la mesa y sacaron un proyecto deslum brant e . La típica inversión multimillonaria que cae de pronto del cielo para revolucionar el futuro de la ciudad, paliar el desempleo, dinamizar el turismo, añadir valor cultural y poner a Córdoba en el mapa. El plan era la repanocha. La caña de España. Un parque temático iba a recrear el esplendor de la ciudad califal sobre una parcela de 15.500 metros cuadrados y una inversión de 15 millones de euros.
El Ayuntamiento picó el anzuelo. ¿Quién se va a negar a un proyecto que anuncia 150 empleos directos y 4.000 visitantes di arios ? Al frente del caramelo envenenado figuraba un tal José Villarejo, cabeza visible de un solvente grupo inversor del que nunca más se supo. Los señores en cuestión distribuyeron un folleto en papel satinado con muchos imputs y una ciudad medieval de cartón piedra. El clásico señuelo que sobrecoge al personal. Solo quedaba un pequeño detalle: que el Ayuntamiento recalificara los terrenos de marras, situados a tiro de piedra del yacimiento arqueológico de Medina Azahara .
La España del pelotazo cabalga a lomos del parque temático y la recalificación urbanística. Usted ya sabe. Qué le vamos a contar que no sepa. Así que los tipos empezaron a mover la bolita y el cubilete, presentación por aquí, reunión por allá, todo aliñado con «power point» por un tubo y el habitual juego de manos del buen prestidigitador. La Consejería de Cultura se olió el pastel y dijo no a un «remake » acartonado de Medina Azahara teniendo a la auténtica Medina Azahara a la vuelta de la esquina.
A partir de ahí se libró un pulso muy conocido por el gran público. Que si la administración pone trabas al crecimiento económico, que si estamos ante una oportunidad histórica, que si me llevo el proyecto a otra parte. Y en efecto. Meses después, Ciudad Al Mansur SL anunció a bombo y platillo que el parque temático se trasladaba a una finca cedida por el Ayuntamiento de Almodóvar del Río . Un consistorio, ese sí, dirigido por un equipo de gobierno abierto a los retos del futuro. Los señores de Al Mansur tocaron la misma charanga que en Córdoba: mucha pasta de inversión, un proyecto de dibujos animados y puestos de trabajo como rosquillas.
Lo que sabemos hoy del señor Villarejo no cabe en una novela negra. Un comisario sin comisaría, destinado en asuntos especiales y titular de una docena de empresas que algunos valoran en unos cuantos millones de euros. No hay operación turbia en la que no aparezca su nombre entrelazado . Desde el estrambótico caso del Pequeño Nicolás hasta el interminable serial del ático de Ignacio González, desde los papeles del Cesid hasta las mafias chinas de Gao Ping, pasando por un extravagante asunto relacionado con la Iglesia de la Cienciología.
El último episodio del señor Villarejo lo sitúa en la trastienda del escándalo de la grabación del ministro del Interior en su propio despacho. Un brillante colofón a la altura de una trayectoria profesional que quita el hipo. Ciudad Al Mansur, mientras tanto, duerme en algún cajón junto al Palacio del Sur . El comisario Villarejo imputó el «bluf» a los atentados del 11-S. Los inversores estadounidenses, pretextó, no veían factible apostar por parques temáticos de contenido árabe. Ya. Lo que no fue óbice, como es natural, para que en 2007 la recalificación de los terrenos le procuraran unas plusvalías muy interesantes. No sé si nos estamos explicando con claridad.