Aprender croché

PREPÁRENSE para aprender a tricotar porque septiembre está a la vuelta de la esquina y ya que el aprendizaje del inglés está hace años entre sus propósitos otoñales , busque la manera de iniciarse en el arte del ganchillo, en el de la construcción de maquetas por fascículo e incluso coleccione abanicos y cajitas de marfil. Cualquier cosa para invocar una rutina productiva, cualquier medio para abandonar la inactividad veraniega tan necesaria como correosa cuando se intenta dominar. Bien lo saben las grandes firmas editoriales y esa es la razón fundamental por la que desde ahora encontramos en los kioscos la oferta más instrumental, la más apegada a nuestra necesidad de resetear mente y cuerpo. Nos imaginamos mejores cocineros, mejores jardineros y mejores decoradores porque para todos esos afanes están previstos fascículos y tutoriales que nos acechan con la certeza de lo que buscamos: recoger velas y volver a lo doméstico.

Hace tiempo se acuñó el término «síndrome posvacional» para un conjunto de síntomas vinculados al fin del descanso veraniego. Hay un protocolo médico para retomar la vida laboral sin que el insomnio y la ansiedad hicieran del regreso una tragedia anual. Todo cambió cuando la crisis económica y el paro elevaron a verdadero privilegio el hecho de volver a un puesto de trabajo . Es cierto que hay regresos más fastidiosos que otros pero, creo, a todos nos acompaña una íntima sensación de refugio cuando practicamos el regreso laboral con la piel aún delatando nuestra última desocupación . Otra cosa será mañana el cansancio, la rutina y las dificultades, pero hoy no hay tiempo que perder. Podemos continuar con nuestra vida laboral y entregarnos a alguna otra ocupación que subraye habilidades desveladas fascículo a fascículo.

Tenemos ganas de empezar a prevenir la improvisación veraniega y nos gusta demostrarnos cada septiembre que podemos incorporar a nuestro afán diario ratos de distensión para desarrollar capacidades variopintas y personales . Hay algo de fascinación por el tiempo que arranca cuando acaban las vacaciones. Nos gusta pensar en nuestro nuevo estado potencial, lleno de nuevos de proyectos y propósitos. Todo vuelve a empezar ahora cuando ya conseguimos escaparnos algunos días del tórrido calor y en medio de charlas pausadas recuperamos algo de nuestra fortaleza. Por eso más de uno llegamos con renovadas esperanzas al mismo campo de batalla que nos dejó exhaustos hace apenas unas semanas. No ha cambiado la trinchera, será pronto nuestra ratonera, pero ahora, con horas de sol, de carreteras desconocidas y afectos asegurados nos sentimos más libres para intentarlo de nuevo, convencidos de que son nuestras circunstancias las que cambias si no que seremos nosotros, con ropajes nuevos, los que tendremos la ocasión de transformar el mismo escenario.

Queda tiempo por delante, todo el que nuestra construcción de la realidad nos permite alcanzar, me propongo llenar ese espacio de buenos propósitos y actitudes que hagan más jugosa la vida, porque la vida no se detiene . Ella sigue adelante, nunca cierra por vacaciones.