Aristóteles Moreno - PERDONEN LAS MOLESTIAS
Apadrine a un niño
La delegada de la Junta dice que toca esperar a la investigación sobre el caso de la Fundación Guadalquivir. Bien: esperemos
EL presidente de la Fundación Jóvenes para el Futuro lo dijo bien clarito: «Esto es como apadrinar a un niño». Es decir. Usted está en paro, resulta seleccionado para un contrato de seis meses en el marco del programa Emplea y antes de empezar a trabajar le invitan a comprometerse por escrito a donar parte de su sueldo a la Fundación correspondiente. El señor presidente ha querido blandir esta hermosa metáfora del apadrinamiento para explicar lo que cualquier diplomado de andar por casa conoce como mordida .
Hubiera podido utilizar el término mordida, que es de todo punto más exacto para definir el concepto, pero, claro, se hubiera notado con mucha más claridad que era una mordida. Hay que reconocer que la metáfora que utilizó es de una belleza perturbadora. ¿Quién se va a negar a apadrinar un niño en este mundo inhóspito? Pues nadie. Ni siquiera el señor Rodrigo Rato. Mucho menos un señor (o una señora) que acaba de abandonar el desempleo, tiene a los chiquillos malnutridos, a la abuela haciendo punto en casa y un sentimiento inabarcable de agradecimiento por esta oportunidad que le acaba de dar la vida.
¿Dónde hay que firmar el apadrinamiento de la criatura?, dirían estas almas de cántaro mientras tomaban el bolígrafo Bic punta fina. Y allí que estaba el señor presidente de la Fundación extendiendo el formulario de la donación para su sello y firma. Las colaboraciones económicas no eran moco de pavo. 300 euros mensuales para salarios de 1.200 y 490 para los superiores a 1.600. Oiga: que la manutención de un niño se ha puesto por las nubes: que si los pañales , que si la leche con cereales , que si los libros de texto, etcétera. Eso sí: todo con su desgravación correspondiente para el impuesto sobre la renta de las personas físicas.
La metáfora del apadrinamiento, ya decimos, nos resulta particularmente conmovedora, pero mucho más, si cabe, que tuvieran el detalle de dejarlo todo por escrito. La UDEF, llegado el caso, siempre agradece la colaboración ciudadana. Tengan ustedes en cuenta que una mordida, con su albarán numerado y archivado, ayuda a reducir considerablemente los plazos de instrucción sumarial y, por consiguiente, a desatascar el sempiterno tapón de la justicia de este país.
El señor presidente de la Fundación era, a su vez, secretario general de las juventudes del partido del Gobierno que concede las ayudas para el desempleo. No sé si lo estamos explicando con claridad. No es la primera vez, ni será la última, que se producen este tipo de casualidades. Llamas a la puerta de una fundación y te abre el cuñado de la hermana del primo que la financia con fondos públicos. Un clásico. Dé usted una patada en cualquier esquina del solar patrio y se encuentra con miles de casualidades de esta naturaleza.
La delegada de la Junta en Córdoba , señora Crespín, acaba de decir que ahora toca esperar el resultado de la investigación. Bien: esperemos. El caso es que el enternecedor episodio del apadrinamiento de niños ya fue denunciado ante la inspección de Trabajo el pasado 8 de marzo. O sea, hace cuatro meses y catorce días. La investigación de este tipo de marrones lleva su tiempo. Es natural. Sobre todo, cuando entre el investigado y el investigador existe un hilo conductor producto de la casualidad que antes hemos mencionado más arriba. Al comienzo de su mandato, la señora Susana Díaz anunció que sería implacable contra la corrupción. Y a nosotros, desde luego, no nos cabe la menor duda.