Antonio Paíllo, entre el disfraz y el bocata

Hay quien va al fútbol en traje y quien lo hace con la camiseta del equipo. Son distintas formas de entender un sentimiento. Pero también hay quien encuentra en la cita del sábado o el domingo una válvula de escape y encuentra la excusa perfecta para disfrazarse y olvidarse de todos sus problemas. Ése es el caso de Antonio Paíllo .

Natural de Villa del Río y con 63 años de edad, lleva mucho tiempo viendo al Córdoba. Concretamente, desde mediados de la década de los 80 cuando se desplazaba desde su localidad hasta el emplazamiento anterior de El Arcángel. De ahí le comenzó una pasión a la que fue dándole forma de una manera muy singular.

Porque, renunciando al traje o a la camiseta, Paíllo ideó un personaje a través de una especie de túnica sobre la que luego iba ideando matices en función al tiempo del año y las circunstancias del equipo. Pero no sólo era el «tipo» en cuestión, sino que al atrezo siempre lo acompañaba un kilométrico bocadillo , que luego compartía con el resto de la grada. Especialmente, los niños.

De hecho, reconoce que «era mi entrada a cada partido» , al tiempo que le daba una notoriedad a la zona de la tribuna. Pero, de un tiempo a esta parte, Paíllo desapareció de la zona. Carlos González no continuó la tradición de sus antecesores en el cargo y tuvo que mudarse hacia la grada de preferencia. «Desde aquí le pido que vuelva a considerarlo, porque yo era un símbolo en el Córdoba y ya no tengo ese protagonismo», aunque siempre ha encontrado negativas a sus proposiciones.

Con todo, sigue vinculado al fútbol y no se ha perdido los partidos del Córdoba y también ha acudido a los congresos de las federaciones de peñas nacionales en los que destaca que «promulgamos la convivencia y no la violencia». De hecho, sigue sufriendo desde su localidad y argumenta que «veo al equipo bien y gana, aunque preferiría que no se echara tan atrás en la segunda parte». Con todo, es partidario de vivir nuevas situaciones en Primera porque «la temporada pasada, como todos, disfruté y sufrí mucho, pero ahora hay que pensar en estar arriba».

Además de su pasión en blanquiverde, también la tiene por el Real Madrid y en más de una ocasión ha viajado al Santiago Bernabéu . Sin embargo, asegura que «ya voy menos». De hecho, su nueva ocupación de vendedor de cupones le ha llevado hasta Porcuna , pero él mantiene que se sigue sintiendo villarrense y cordobesista.