ENTREVISTA
Antonio Martínez, Pastoral Penitenciaria de Córdoba: «Ese tiempo hablando con los presos se sienten libres»
Este voluntario lleva ya 27 años celebrando su «Tertulia ética y moral en base al Evangelio» en la prisión cordobesa
A través de la palabra, de intercambiar opiniones, experiencias; de abordar cuestiones éticas y morales, sin cortapisas ni vetos, cada domingo desde hace 27 años, Antonio Martínez Dugo consigue que los reclusos de la prisión de Córdoba se liberen; al menos, durante las dos horas que dura su tertulia, de temáticas diversas en base al Evangelio. Este voluntario de la Pastoral Penitenciaria, que ha asistido a más de 500 encarcelados, asegura que «estas charlas no solo son gratificantes para los internos; también lo son para mí. Hacen que me sienta pleno».
-Lleva acudiendo cada domingo al centro penitenciario de Córdoba desde junio de 1992. ¿Qué fue lo que le llevó a querer participar en la pastoral?
-La primera vez fui de la mano de voluntarios veteranos, cuando tenía que hacer el cursillo de Cristiandad. Me gustó la idea de ayudar a los internos de alguna manera y todo ese mes de junio estuve dándole vueltas a lo que podía hacer. La cárcel antigua era muy distinta a la actual. Tenía cuantro módulos y en el centro existía una capilla. También el perfil de los reclusos era diferente. Había muchos jóvenes sin ilusiones, con problemas de drogadicción y había muchos infectados de sida. Fui pulsando el ambiente y al final organicé la tertulia que mantengo hasta el día de hoy.
-¿Qué temas aborda en esas charlas?
-Cada domingo planteo un tema diferente en base al Evangelio, pero eso no significa que al acabar la charla derive en otros asuntos, como, no sé, la Feria o lo que planteen los internos. Nos reunimos en la biblioteca de la prisión y suelen participar unos quince presos. Mi labor se centra en escuchar y moderar. Voy dando la palabra e intento que cuando uno hable el resto escuche. Es complicado porque mi objetivo es que todos participen. Empezamos invocando a la Virgen María y rezando el Padrenuestro. Y les insisto en que cuando un hombre habla es sagrado y el resto tiene que escuchar.
-¿Qué efecto tienen estas tertulias en los reclusos?
-Todos los participantes logran evadirse de su realidad. Estas personas están continuamente pensando en sus problemas, dándole vueltas a la cabeza y durante esas dos horas hablando logran olvidarse un poco de todo esto, se sienten libres, muy agradecidas y realizadas.
-¿Qué es lo que más le ha sorprendido de estos encuentros?
-Me emociona que estas personas sean capaces de abrirse con libertad y sinceridad. Ha habido momentos en los que algunos de los participantes han empezado a hablar de sus problemas, problemas realmente graves, y todos hemos acabado llorando con ellos.
-¿Y a usted cómo le han cambiado las tertulias?
-Me han hecho sentir tremendamente agradecido. Cuando salgo de estos encuentros me siento pleno, me siento mejor por poder ayudar a estas personas a sentirse mejor. Vamos por cuenta del Padre y cuando entro en la cárcel voy a encontrarme con Cristo. Jesús nos dice en el Evangelio: «Estaba en la cárcel y vinisteis a verme».