CULTURA
Antonio Bujalance, la pintura que refleja en Córdoba las heridas de la naturaleza
El artista inaugura su exposición «Signos» en la Escuela Mateo Inurria

A los 85 años hace cosas por primera vez y sorprende en la técnica y en los asuntos que muestra en su obra. Antonio Bujalance (Doña Mencía, 1934) es uno de los pintores cordobeses más respetados y originales. Con una larga trayectoria a sus espaldas llega a la sala de exposiciones de la Escuela de Arte Mateo Inurria con obras rigurosamente nuevas, que sin embargo son fieles a su evolución y a una vieja preocupación: el medio ambiente.
Aunque sea ahora cuando más se habla de cambio climático y de los efectos de la intervención humana en la atmósfera, Antonio Bujalance cuenta que él ya reflejó el deterioro del medio ambiente en una serie de obras de gran formato entre 1991 y 1992. Ha pasado el tiempo y lo que ve no hace más que confirmar ese temor, porque encuentra «incendios, contaminación de aguas y tierras desérticas», entre otras muchas «gravísimas agresiones», según sus propias palabras.

«Signos, una reflexión sobre la degradación de la naturaleza» es el título de la exposición que se podrá visitar hasta el próximo 29 de noviembre de lunes a viernes entre las 19.00 y las 21.00 horas. Los que han conocido la pintura de Antonio Bujalance en los últimos años saben que existe la figuración , pero no la representación mimética de la realidad. En su serie sobre geografías inventó el espacio visto desde el aire y aquí habla de los ataques al medio ambientes a veces con un solo elemento que habla por sí mismo. Así es, por ejemplo, «Calcinado» , en que el pintor sitúa en primer plano el esqueleto de un árbol y detrás un fondo del color del fuego. Sólo un elemento rompe el color de las llamas, y es una banda oscura, entre la ceniza y el asfalto, que presagia el aspecto que tendrá después el paisaje.
Antonio Bujalance ha incorporado en esta muestra la fotografía por primera vez en su carrera
En «Último vuelo» el protagonista es un pájaro , que aparece muerto, pero con un vuelo insinuado apenas con varios dibujos. Detrás, las clásicas veladuras de Antonio Bujalance, en el azul del cielo o en el color de la tierra, porque aunque haya temas nuevos, también hay una forma de tratarlos en que el autor se reconoce. El tema es parecido en un cuadro que se titula «Los últimos pájaros», y que muestra otra vez al ave caída, pero escoltada por un poema de Carlos Clementson sobre la destrucción de la naturaleza: «El polen prisionero. El musgo asesinado. La estupidez del hombre. Los pájaros quemados. La paz de las praderas. Las aguas corroídas. El río amordazado. La música del mundo. La tierra ya sin cantos».
Sorprenden las obras dedicadas a la basura como el elemento inasumible que colapsa a la tierra. Así, el planeta aparece chorreando suciedad y circundado por un halo incandescendente. Debajo hay neumáticos, plásticos y botellas vacías, y poco más tiene que ver el espectador para saber de lo que se habla. Antonio Bujalance lleva entonces su pintura algo más allá cuando utiliza la técnica del collage, en una obra en que recoge titulares de periódicos con noticias alarmantes para el medio ambiente, tanto de los desastres que afectan a algunas zonas como de aquellos que ya afectan a todo el planeta. Es aquí, y en la obra llamada «Fragmentos» , donde el autor incorpora la fotografía , en esta última para descomponer a base de formas geométricas un paisaje con una fábrica humeantes.